En los últimos días, especialmente entre los usuarios anglosajones, se ha desatado una ardua discusión acerca de qué tan alta puede ser una torre con piezas de Lego. Sí: no cambies de canal que no hay interferencias. En todo caso esto prueba que hay gente dispuesta a discutir por cualquier cosa. El enunciado obedece a la realidad: una Torre de Babel de juguete es la aspiración de miles de usuarios de las redes sociales. Obviamente es gente de escasas ambiciones, aunque allá ellos. Pero lo más grave es que una universidad del Reino Unido encaró un estudio a pedido de la BBC.
Uno de los muñes que trabaja en la investigación se quiso pasar de listo y se creyó que somos todos giles. Se trata de un tal Ian Johnston, experto en matemáticas aplicadas, que comenzó a googlear para obtener la solución. Un payaso muy serio. Hasta que advirtió que en las autopistas informáticas sólo hay especulación. Se trata de un rana más que quiere llevarse la guita de arriba y le sale mal. Después de ese fracaso, los british comenzaron sus trabajos con una máquina de pruebas hidraúlicas. Y colocaron el primer ladrillito de 2x2.
Las pruebas determinaron que -te ahorro las explicaciones científicas- esa pieza de Lego puede soportar 350 kilogramos sobre ella antes de convertirse en un pedazo de queso derretido. El número de "hermanitos" que puede aguantar es de 375.000, lo que en criollo y pasando por alto varios pasos, nos lleva a que la Torre de Babel de legos puede alcanzar tres kilómetros y medio antes de venirse en banda como un ciego caminando por las vías del Tren de las Nubes.
Dicho esto, comprobamos que hay cosas que pueden cambiar. E inclusive como dice el poema de Julio Numhauser que, musicalizado, fue grabado por la Negra Sosa: Todo cambia. Salvo la estupidez. Supongo que los científicos ingleses ya están abocados a otra investigación de esas que alcanzan a determinar que, en ocasiones, el ser humano está a la altura del hámster.
(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)