05 octubre 2011

Una pelota, el arca de los japoneses


Por Humberto Acciarressi

Los japoneses -insisto- son raros. Son ingeniosos, prácticos y tienen el mérito de haber convertido una isla con muy poca tierra habitable en una potencia. Sin embargo son raros. Ahora, una compañía acaba de inventar una especie de pelota de tenis gigante, en la que asegura que entran cuatro personas. Si nos guiamos por las fotos, apenas cabe uno y tres enanos, o cuatro liliputienses cómodos. De hecho, tiene un diámetro de un metro y veinte centímetros. Pero lo importante es el fin por el cual fueron fabricadas estas “pelotas”. Por si la isla es sometida nuevamente al rigor de uno o varios tsunamis. Ocurre que estos globos son flotantes. Los nipones que posean uno, no tendrán más que meterse dentro y esperar que pasen los rigores del desastre.

En un alarde de originalidad, la pelota fue bautizada “Noé”. No voy a insultar tu inteligencia mencionando el por qué. Pero, a ojo de buen cubero, ya te voy vaticinando que si llega a producirse un nuevo tsunami y muchos japoneses se meten en las pelotas amarillas, preparate para ver flotando por los mares del mundo esos engendros. Un compañero me hizo notar algo en una de las fotos. Un nipón, ya metido en la cápsula, mira la cámara. Fuera de ella, a unos centímetros y sobre el piso, los zapatos ¡¡¡Los zapatos!!! A los tipos se les viene una marejada a miles de kilómetros horarios, barriendo todo a su paso, y antes de entrar en la pelota se sacan los zapatos como en una película de Kurosawa. Cuando digo que son raros, es que son raros.

Otro de los inconvenientes que le encuentro a este asunto es el tiempo a convivir dentro de la pelota amarilla si llegaran a entrar, apretados, cuatro sujetos. Personalmente no garantizo más de diez minutos, y eso si ninguno está descompuesto o si padece trastorno de ansiedad. Dicen los ingenieros que la cápsula fue probada en varias oportunidades. Lo que nadie aclara es cuántos volvieron a salir del encierro pasada la prueba. A lo mejor conviene hacer bien la plancha.

(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)