12 octubre 2011

Castigan a una actriz con cárcel y latigazos


Por Humberto Acciarressi 

Marzie Vafamehrha, nacida en Irán, tiene dos desgracias: es mujer y es actriz. Y a eso hay que añadirle una tercera, ocurrida hace cuatro años y con gravísimas consecuencias ahora. Por entonces, producida por una ciudadana iraní residente en Australia, se filmó la película "Mi Teherán en venta" para una tesis universitaria. En ella participaron estudiantes con permiso del Ministerio de Cultura y Orientación Islámica. Fue tanto el éxito, que el film se llevó a festivales y comenzó a distribuirse en el mercado negro. Pero se ve que los que pusieron la firma no habían visto la película, que narra las problemáticas peripecias de una joven artista iraní para viajar a Australia. En este lado del mundo, una estupidez de las tantas. Costumbrismo barato. 

Hasta que uno de esos chupamedias de los que se nutren los estados para las tareas sucias, advirtió que había críticas -veladas y no tanto- al régimen iraní. Vafamehra, esposa del cineasta Naser Taghvai, y con un papel en la película, fue detenida a finales de junio. La llevaron a juicio y no voy a mentirte: nadie esperaba una sanción más leve que la que le dieron. Y eso no habla nada bien de los censores y la justicia del país islámico. La actriz fue condenada a un año de prisión y a noventa latigazos. Aparentemente se interpuso un recurso ante una instancia superior, que según todos los entendidos es peor.

Insisto: mujer y actriz, en esos pagos es como ser prostituta. Cómo será, que los hombres detenidos fueron puestos en libertad y sólo la mujer fue procesada. Es bravo cuando lo aberrante es la norma. Ahora, su marido denuncia que Vafamehr está en la cárcel de Garchak, en Baramin. Y decirle "cárcel" es una licencia poética, ya que en realidad se trata de un antiguo gallinero con compartimentos de cemento, que no reúne las mínimas condiciones de salubridad. Son centenares las mujeres artistas que han sido detenidas o presionadas en los últimos tiempos en Irán. Y las penas, además de injustas, son siempre más duras que las que reciben los hombres. Terrible. 

(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)