Por Humberto Acciarressi
Fellini fue el precursor y no sólo en "Ginger y Fred", pero hay una película de Alex de la Iglesia, "Muertos de risa", en donde las lamentables escenas que se ven en TV últimamente parecen mejor plasmadas. No en desmedro del gran Federico, sino porque el español introduce un elemento más bizarro y acorde a los tiempos: los golpes, los llantos y las muertes en cámara. En la TV vernácula ayer se renovó una pelea con muchos antecedentes, cuando Graciela Alfano lo surtió a Aníbal Pachano y le tiró el contenido de un vaso con agua en la cara, y el galerudo le retorció la muñeca. Las razones de este capítulo de la pelea exceden esta columna e incluso mi interés. Sólo cabe decir que da vergüenza ajena.
Permitime un paseo por las ramas. Días atrás volví a ver la adaptación que Carlos Saura hizo de "Bodas de sangre", de García Lorca. Hasta las moscas dejan de volar cuando Antonio Gades y Cristina Hoyos bailan. Eso y pensar en "bailarines" y jurados impresentables es inevitable. La Biblia y el calefón discepoliano. Es cierto que, por suerte, hay lugar para todo, y que incluso lo más bizarro tiene un costado estético muy interesante. Pero la balanza está mal inclinada.
Lo de Alfano y Pachano (curiosamente los apellidos riman) ya irrita incluso a quienes no los miran. Se prodigan insultos que en los barrios más civilizados terminarían a las puñaladas, y se pegan en cámara como Moe y Curly en Los Tres Chiflados. Alfano haciéndose la budista y Pachano el Bob Fosse, dan pena ¿El galerudo necesita, entre piña y piña, hacerse publicidad a él y a su hija como si ésta fuera Isadora Duncan?, ¿La Gra no puede digerir pacíficamente el paso del tiempo? A todas luces, ni una cosa ni otra.
(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)