Por Humberto Acciarressi
Un conjunto innumerable de monos y vaya a saber cuántos otros bichos (entre ellos la perra Laika) ya había sido enviado al espacio el 12 de abril de 1961 a las 9.07 de la mañana de la Unión Soviética. A la mayoría de los animalitos no les había ido muy bien, incluyendo a la perra más famosa, muerta de stress. Ahora se sabe que los propios científicos no tenían la menor idea de lo que iba a suceder con Yuri Gagarin: si aguantaría la ingravidez, si se volvería loco, si tendría convulsiones hasta morir, si mutaría en un ser diferente al estilo de "Rumbo a lo desconocido".
Es de sospechar que Yuri conocía los peligros. Le escribió una carta a la familia, otra al pueblo soviético, cargó un arma por si las moscas y se dispuso a convertirse en el primer hombre en aventurarse en el cosmos. El hijo de un ama de casa y un carpintero tardó nueve minutos en entrar en el espacio. Previamente, el peso de su cuerpo había aumentado cinco veces y las palpitaciones llegado a 150 por minutos. Sus primeras palabras pasado el susto, mirando por la ventanilla, fueron "La Tierra es azul. Es hermosa". Luego le inventaron otras, como "Acá no veo ningún Dios". Nadie lo pensaba, pero sobrevivió, regresó a la Tierra y fue tenido como un héroe. Al tiempo se volvió alcohólico, le sacaron el permiso para volar, chocó con su auto y murió a los 34 años cuando el MIG-15 que piloteaba se estrelló misteriosamente en las afueras de Moscú. Hay cosas que tal vez jamás sepamos de esa aventura.
(Publicado en la "Columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)
Un conjunto innumerable de monos y vaya a saber cuántos otros bichos (entre ellos la perra Laika) ya había sido enviado al espacio el 12 de abril de 1961 a las 9.07 de la mañana de la Unión Soviética. A la mayoría de los animalitos no les había ido muy bien, incluyendo a la perra más famosa, muerta de stress. Ahora se sabe que los propios científicos no tenían la menor idea de lo que iba a suceder con Yuri Gagarin: si aguantaría la ingravidez, si se volvería loco, si tendría convulsiones hasta morir, si mutaría en un ser diferente al estilo de "Rumbo a lo desconocido".
Es de sospechar que Yuri conocía los peligros. Le escribió una carta a la familia, otra al pueblo soviético, cargó un arma por si las moscas y se dispuso a convertirse en el primer hombre en aventurarse en el cosmos. El hijo de un ama de casa y un carpintero tardó nueve minutos en entrar en el espacio. Previamente, el peso de su cuerpo había aumentado cinco veces y las palpitaciones llegado a 150 por minutos. Sus primeras palabras pasado el susto, mirando por la ventanilla, fueron "La Tierra es azul. Es hermosa". Luego le inventaron otras, como "Acá no veo ningún Dios". Nadie lo pensaba, pero sobrevivió, regresó a la Tierra y fue tenido como un héroe. Al tiempo se volvió alcohólico, le sacaron el permiso para volar, chocó con su auto y murió a los 34 años cuando el MIG-15 que piloteaba se estrelló misteriosamente en las afueras de Moscú. Hay cosas que tal vez jamás sepamos de esa aventura.
(Publicado en la "Columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)