Por Humberto Acciarressi
Al grito de "Esto es diabólico", una visitante de la Galería Nacional de Washington intentó descolgar un cuadro de Paul Gauguin. El revuelo que ocasionó la mujer fue mayúsculo, ya que la obra estaba siendo admirada por gran cantidad de público. Se trata de "Dos mujeres tahitianas", que el posimpresionista creó tras radicarse en la Polinesia luego de abandonar mujer, hijos y trabajo. Lo cierto es que la émula de los inquisidores medievales que irrumpió en el museo, se escandalizó porque las dos mujeres retratadas por Gauguin tienen... ¡¡¡los pechos desnudos!!! Una desquiciada con todas las letras. De acuerdo a los testigos, mientras gritaba la frase admonitoria, se abalanzó sobre el lienzo para descolgarlo. Sólo ella sabe qué estuvo a punto de hacer.
Cada tanto irrumpe un personaje con destinos de psiquiátrico. Hace unos años, el llamado "loco del martillo" se dedicó a romper esculturas venecianas. Le deshizo las manos a las estatuas de San Pedro y San Marcos, y una corona del niño Jesús.Un poco más atrás, en 1972, el australiano Laszlo Toth golpeó con un martillo La Piedad, de Miguel Angel, y le destrozó el rostro y un brazo. Claro que ninguno de estos antecedentes se debía al moralismo vandálico. En cambio, la mujer que atacó la obra de Gauguin obró por esa razón. A partir de ahora, dejarla entrar a un museo es un peligro de lesa cultura. A menos que lo haga con una caja de clonazepam en el torrente sanguíneo y acompañada de una enfermera.
(Publicado en la "Columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)