Por Humberto Acciarressi
Si sos la esposa de un jugador del Napoli, clasificado en la serie A de la Liga Italiana de Futbol, a partir de ahora tenés que convertirte en una geisha. Si tu marido te pide que le vayas a comprar puchos a las tres de la madrugada, andá. Si te dice tranquilamente que se consiguió una amante que raja la tierra, hacele saber que eso te pone muy feliz y que su alegría es la tuya. Si practica con la cabeza de uno de tus hijos como si fuera una pelota, gritá gol si el balero del nene se estrella contra una pared. En una palabra, hasta que termine la temporada, si sos la esposa de uno de los jugadores del club, tendrás que decirle que "sí" a todo lo que te pida, incluyendo un vuelo desde el piso veinte de tu edificio hasta la planta baja del mismo.
Y eso no lo solicitó cualquiera, sino la esposa del propietario del club, Jacqueline De Laurentis, durante una cena de lujo en un restaurante de primera, a donde invitó a cenar a todas las mujeres y novias de los jugadores. Palabras más, palabras menos, les dijo que para evitarles cualquier tensión a los muchachos, no deben contrariarlos en nada en la vida hogareña. Aunque sea hasta que se jueguen los partidos que faltan. No sólo hubo palabras, sino que además se les entregó a las mujeres un documento con instrucciones. Si después quieren matarlos, que lo hagan tranquilas. Pero antes hay que acercarse al Milan, que está primero, seis puntos arriba.
De acuerdo a lo que se cuenta, es la primera vez que se le pide a la mujer de un futbolista tamaño sacrificio. Pero tiene cierto sentido que un pobre tipo que sufre las de Barreda en la casa, luego se coma un gol con el arco vacío y a dos metros de la línea, o que un arquero salga a tapar un centro, la pelota le pegue en el hombro y de alli se clave en un ángulo. En estos casos, lo ideal sería que un tipo humillado en su casa y en la cancha, pida urgentemente una terapia de eutanasia asistida y chau problemas. En cambio, con esta variante, la hinchada por lo menos va a corear su nombre. Aunque terminado el campeonato, la mujer lo liquide de un tiro entre las cejas.
(Publicado en la columna "El click del editor" de La Razón, de Buenos Aires)