Por Humberto Acciarressi
Un nene de un año y medio suele ser encantador. Incluso hasta en sus berrinches, pero especialmente en sus gracias. Es cierto que también pueden agobiarte e incluso irritarte hasta límites inimaginables. Todos los que tenemos hijos lo sabemos y cada uno de nosotros podría contar mil anécdotas. Pero hay cosas que son difíciles de imaginar. Una beba de quince meses, la hija de Simon Egan, coproductor del film "El discurso del rey", no tuvo mejor impulso que ir hacia la estatuilla del Oscar ganada por la película y tomarla como si se tratara de una Barbie. Luego se sentó sobre una piedra en el jardín. Todos se espantaron y la criatura dejó caer la pieza. Dicen que fue por lo pesada, pero la verdad tal vez sea otra. Por ejemplo, que le contagiaron el pánico a Lara.
El propio padre lo explicó mejor que nadie. "El horror fue evidente en la cara de todos y a coro dijimos : ¡Mierda!. Corrimos a mirar los daños y vi la cabeza abollada, el chapado en oro caído en el pecho y un hombro dañado", relató. También se preguntó: ¿y ahora cómo va a quedar en la repisa de la chimenea? Y agregó que su hija "no se había dado cuenta", mientras la miraba estudiando el lugar de la cabeza en el que le iba asestar el fierrazo. La Academia le dio otra estatuilla, pero hasta que Lara no sea grande van a tener que ponerla en una jaula ¿Si a la nena o a la estatuilla lo está analizando el productor cinemtográfico? Otra cosa. Mirando las fotos de la estatuilla rota les diré que es bastante berreta.
(Publicado en la "Columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)