Por Humberto Acciarressi
Que la fantasía supera a la realidad en América latina, es algo que ya fue señalado por muchos, entre ellos García Márquez en su célebre discurso de aceptación del Nobel. Y esta realidad extraordinaria (con sus pro y sus contras) nos da todos los días unas perlitas para una enciclopedia de lo bizarro. Aún, y sobre todo, en temas en los que debería reinar la seriedad. Ahora tenemos un nuevo ejemplo: el presidente de Guatemala, Alvaro Colom, se divorciará de su esposa, Sandra Torres, para que ésta pueda sucederlo en el poder ¿Se llevan mal?, ¿se odian?, ¿ella lo encontró vestido con su ropa y abrazado con el edecán?, ¿a él le pasaron un video XXX con ella de estrella? Para nada.
Se aman, llevan catorce años juntos, de los cuales seis fueron de noviazgo, y quienes los tratan afirman que son inmensamente felices. Entonces, ¿por qué se divorcian? Pues la Constitución de Guatemala prohíbe que un familiar del presidente puede sucederlo en el cargo y ella quiere ser la próxima titular del Ejecutivo guatemalteco. Lo bizarro es que todos saben que es un divorcio mentiroso, que ambos lo hacen para seguir en el poder, por la fascinación que éste genera. Al contrario de la película, un divorcio por conveniencia. Y sin embargo las cartas están echadas, tal vez ella sea presidenta y todos felices. Lo más truculento es que ambos lo habían negado, mientras -casi a escondidas- ya habían iniciado el trámite. Al decir borgeano, no los une el amor, sino el espanto.
(Publicado en la "Columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)