11 noviembre 2010

Siempre Paul McCartney

Por Humberto Acciarressi

Quien haya leído biografías de Paul McCartney y conozca la historia de los Beatles, sabe que el cantante, compositor y multinstrumentista del grupo más importante del rock fue un chico feliz. En uno de los primeros libros dedicados a los Fab Four allá por los 60 -el clásico de Hunter Davies publicado antes de la separación de la banda-, se cuenta una anécdota. Paul, todavía un chico que había perdido recientemente a su madre, no entendía cómo John (también huérfano) podía vivir con ese peso. Estaba acostumbrado a la felicidad. Mientras la tía Mimi le decía a John que se moriría de hambre con su guitarra, a Paul el padre le compraba una trompeta. Al poco tiempo cambió ésta por una viola acústica, compuso algunas cosas en el piano (entre ellas "When I’m Sixty-Four", editada años después), se unió a John en los Quarry Men (donde se sumó George), y comenzó la aventura de los Beatles.

Desde los lejanos años en que popularizó el Hofner 500/1, más conocido como el "bajo violín", hasta la actualidad - ya tiene 68 años-, Paul no dejó un sólo instante su relación con la música. Y tuvo, cosa no frecuente a nivel masivo, la fortuna de pegar en distintas generaciones. Tal vez no haya experimentado tanto como Lennon (su socio compositivo) o como el propio Harrison. Tal vez viva muy atado a su pasado beatle. Pero sólo tal vez..., porque indudablemente es uno de los grandes músicos de todos los tiempos y uno de los que revolucionaron el arte del siglo XX.

(Publicado en la "Columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)