David Bohm, uno de los físicos más destacados del siglo XX, llegó a sugerir en alguna ocasión que el universo podría ser un holograma. El tema es complejo, pero digamos que básicamente este fenómeno físico -ampliamente utilizado en la ciencia ficción y en el cine inspirado en ella- es la imagen repetida, en otro espacio (y eventualmente otro tiempo), de un objeto o persona original. Hubo una película - "El hombre holograma"- dedicada íntegramente al tema, además de decenas de escenas en otros films de variada calidad, incluyendo "Star wards". Pero más allá del mundo del arte, y sin llegar a la teoría de Bohm, parece existir un lugar intermedio. Es la puerta que acaban de abrir investigadores norteamericanos.
Como esta columna es pa ra el servicio del lector, desde ya aventuramos algunos usos que se le pueden dar a nuestros hologramas (en mi caso pienso hacerme uno) ¿Querés sacarte de encima a alguien y te resulta muy traumático? Le mandás tu réplica holográfica con el mejor discurso de despedida. Si tenés dinero para hacerte varios hologramas, podés estar en el cine, en la cancha, con una chica, con otra, y mientras mirando Dr. House cómodamente en el living de tu casa. Si la conversación de alguien te produce un letargo cercano al del conde Drácula mientras duerme, le mandás un holograma y chau. Asustar a alguien es posible, pero demasiado infantil. Robar un banco muy peligroso, ya que en las cámaras quedarán registradas tu cara, tu cuerpo y tus señas. Eso abre las puertas de un enigma: ¿y si el holograma cobra vida propia y hace lo que quiere? Pero seamos optimistas, que no todo tiene que ser tan apocalíptico.
(Publicado en la "Columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)