Por Humberto Acciarressi
El baile, más allá de una diversión, tiene otra propiedad que se le acaba de descubrir. Determinar si sos extravagante, tímido o estás más loco que una cabra ¿Sos sensual?, ¿bailando parecés un hincha de Quilmes celebrando la primera victoria de su equipo?, ¿tenés cierta semejanza con Marvin, el androide paranoico de la Guía del Viajero Intergaláctico?, ¿movés los pies con golpecitos cortos como si estuvieras enchufado a un toma de 220 kw? Pues bien. Si el observador es un experto (no se me pregunte en qué disciplina), puede determinar si sos más extrovertido que un mono suelto en un shopping, más tímido que un mudo en un curso de oratoria, más neurótico que Jack Nicholson en "Mejor imposible", o más psicótico que Patrick Bateman en "American Psycho".
De manera que si hasta el momento te considerabas un ser "normal", es que todavía no te vimos bailar ¿Podrá determinarse la peligrosidad de alguien en un boliche y proceder en consecuencia antes que empiece a los tiros contra la concurrencia?, ¿es Joaquín Starosta, el ex amigo íntimo de Fort, un tipo peligroso con sus ridículos pasitos de baile o es simplemente un payaso? Todo lleva a pensar que en poco tiempo, además de "patos-vica", en la puerta de los boliches también habrá psiquiatras, que seguramente serán de mayor utilidad social. Aún más, desde acá proponemos -humildemente- un nuevo programa para la televisión local: "Bailando por un diagnóstico".
(Publicado en la "Columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)