Por Humberto Acciarressi
Mañana, en un acto presidido por la primera mandataria, el vino será declarado "bebida nacional de la Argentina". Más allá de lo que significa la comercialización en el exterior, nuestro país ocupa el séptimo lugar en el ranking mundial de consumo de vino. El cálculo es que cada argentino toma unos 30 litros anuales. Si seguimos aquello de que la estadística es la ciencia de acuerdo a la cual si se venden dos pollos y hay dos personas, consumieron uno cada uno, está todo bien. Pero en la práctica sabemos que no es así, ya que entre abstemios y gente que sólo toma agua mineral, son millones. Con esto hay que deducir que muchos argentinos no estarían en condiciones de mantenerse en pie, y muchos más no podrían hacer "el cuatro" ni con la ayuda de diez rehabilitadores.
Como del volumen total comercializado el 79 % se vendió en el mercado interno, hay que concluir que los borrachos son muchos más de los que suponemos. Y no son simples beodos, sino especialistas, duchos expertos en Malbec (el más característico del país), Torrontés, Bonarda, Cabernet Sauvignon, Syrah, Merlot, Tempranillo, Chardonnay y Sauvignon Blanc, entre otros. Nada de alcohol berreta que deja el hígado más duro que una pelota de fútbol, nada de bebidas al lado de las cuales la corriente del Riachuelo parece agua bendita. No. Nada de eso. Bebidas de alta calidad para emborracharse con distinción, que nos ubican en el top ten del mundo. Al gran pueblo argentino, Salud!!!
(Publicado en la "Columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)