Cuando el 30 de abril de 1874 el sargento Andrés Chirino lo clavó con su bayoneta contra un muro del lupanar La Estrella, en la entonces localidad campestre y no muy poblada de Lobos, el bandido y matón a sueldo Juan Moreira no imaginaba que su fama iba a trasponer las barreras del tiempo gracias a las virtudes del arte y de la buena crónica periodística, muchas veces listos para hacer un héroe de una porquería de persona. Como se sabe, el escritor y periodista Eduardo Gutiérrez fue el primero en narrar las aventuras de este gaucho, al transformar en folletín un minucioso estudio de varios años, que el autor presentó en una serie titulada "Dramas policiales". A partir de allí, la vida de este asesino se convirtió en un boom.
La historia de Moreira conoció quince versiones para el teatro, la primera de las cuales fue escrita por el propio Gutiérrez e interpretada por José Podestá. Con la aparición de la radio, la leyenda no decreció, lo que generó no menos de una docena de radioteatros. Y luego llegó el cine, con una versión de 1936 dirigida por Nello Cosimi e interpretada por Domingo Sapelli (el guión perteneció a José González Castillo, el padre de Cátulo). Más tarde, en 1947, Luis Moglia Barth llevó nuevamente a la pantalla grande la historia del matón Moreira, interpretado en esta oportunidad por Fernando Ochoa. Hasta que la noche del 24 de mayo de 1973, en el cine Atlas, fue estrenada el "Juan Moreira" de Leonardo Favio, que le había demandado 12 semanas de filmación durante 1972, y que en los meses posteriores a su estreno fue vista por 2.500.000 espectadores.
A menos de un mes del estreno, Favio actuó como animador en el palco oficial levantado en Ezeiza durante la trágica jornada del 20 de junio, cuando la derecha y la izquierda peronista se trenzaron a los tiros en lo que terminó siendo una masacre por la que nunca pagó nadie. La ficción, una vez más, sobrepasaba a la realidad en materia de violencia. Y el cándido "con este sol !!!" que pronuncia Rodolfo Bebán cuando es atravesado por la bayoneta de Chirino es un cumpleaños de 15 al lado de una guerra mundial. Un dato para finalizar: en 1887, como nadie abonaba los impuestos municipales de la tumba de Moreira en el cementerio de Lobos, sus restos fueron arrojados a un osario común. Sólo se rescataron su cráneo y su daga, que en 1928 fueron donados al Museo Histórico de Luján por el doctor Mario Tomás Perón, padre del tres veces presidente de la Nación.
(Publicada en el diario La Razón, de Buenos Aires)