Por Humberto Acciarressi
El baterista rosarino Ernesto Zeppa, o "Zeppa" a secas como es llamado por todos, antes de cumplir los 10 años ya había vivido en Italia, México y Brasil, y a los cinco hacía música. Influenciado por una larga lista de músicos que van desde el tango hasta el free jazz, y con una intensa actividad en el país y el extranjero, editó su primer disco, "Intuición", en el 2011. Ahora, cuatro años más tarde, se encontrará presentando su segunda placa, "Nómade", el 5 de septiembre a las 21.30 en Thelonious (Salguero 1884). En la misma encontramos temas como "The Cure" de Keith Jarret, "Cha cha cha para mi alma" de Tony Martínez, "Reaching Up" de Ernie Watts, entre otros, incluyendo composiciones del mismo Zeppa. En uno de los temas, "Darkness To Light" del pianista y percusionista norteamericano Jack DeJohnette, hay un gran encuentro de bateros con el rosarino junto a Daniel "Pipi" Piazzolla.
En cuanto a "Nómade", Zeppa nos dice que "es el resultado de un proceso interno que tiene que ver con el reconocer mis propias raíces y mi vida a partir de la música. Es la necesidad de expresarme como músico y no la de exhibirme como baterista en términos técnicos y narcisistas. Nómade cuenta mis experiencias en torno a fusionar nuestras raíces con las rítmicas que existen en otras culturas y continentes. El repertorio es parte de una especie de mapa musical que se fue forjando en mí a partir de los distintos países en donde viví en mi infancia y los que conocí luego, ya en mi vida profesional". Asimismo señala que "el riesgo es un factor principal en este disco. El concepto desde el cual me planteo este proyecto “Nómade”, es la improvisación como territorio y el aporte creativo de cada uno de los músicos que participan".
Para aclarar aún más este punto añade que "el jazz es riesgo y por lo tanto implica un espacio para el error, y quienes amamos este género nos preparamos para ese precipicio, casi toda la vida. ´Nómade´ expresa mi concepción sobre la versatilidad, la necesidad de matices y el ´groove´ que considero imprescindibles para poder tocar un estilo que implica libertad y que tiene como objetivo artístico evitar las fronteras y encasillamientos. Otro aspecto que puede entenderse como distintivo es que a pesar de ser el trabajo solista de un baterista yo no me siento un batero que se cierra en el espejo de lo que está de moda, ni que intenta generar efectos técnicos que deslumbren con la presencia de solos de mi instrumento en cada tema. La meta es ser lo más honesto y puro posible en términos de lo que puedo tocar y en el diálogo que se genere con los otros instrumentos".
Para finalizar hablamos de la existencia de un "jazz" local: "Se podría hablar de un jazz argentino si tenemos en cuenta que desde el momento en el que toco un tema de jazz americano (estándar), así sea del mismísimo Max Roach, mi toque está impregnado de nuestras raíces musicales, locales y latinoamericanas. Por ejemplo, Domingo Cura es un referente de nuestra cultura nacional al que yo admiro profundamente como percusionista. Al escuchar su capacidad de fusión entendí que esa libertad siempre sería compatible con el jazz. Nuestra cultura musical es parte de una fuerte mezcla con lo europeo y norteamericano, con las músicas indígenas y afrodescendientes más sus particularidades regionales, como en nuestras ciudades y el tango". Y concluye: "De todos modos creo que deberíamos estar más liberados de etiquetas o rótulos, porque la música no entiende de fronteras".
(Publicado en el diario La Razón, de Buenos Aires)