Desde siempre, y por suerte, hubo gente que se atrevió a pensar en una humanidad mejor, en aquella en la que el hombre no fuera el lobo del hombre y cada ser humano pudiera ser un templo en el respeto de su prójimo. Muchas de esas ideas -en infinidad de casos utopías- se fueron quedando en el camino, como el mito del buen salvaje de Jean-Jacques Rousseau. Hay, sin embargo, una especie de resguardo último que equilibra las cosas en los peores momentos...y a veces en los mejores. Como si el destino de la humanidad no se permitiera ser ni tan poco, ni tan mucho. Y en esa marcha azarosa, hay sitio para la esperanza, pero también para la desazón más tremenda.
La actual Copa Mundial de Fútbol 2014 que se desarrolla en Brasil -cuya final dirimirán nuestra Argentina y Alemania el domingo- pone en el peor de los escenarios la pregonada unidad latinoamericana. Con la existencia de las redes sociales, para colmo, han salido a la luz las peores diferencias que existen entre los pueblos y los resentimientos acuñados durante decenas de años. Curiosamente, la Argentina es el blanco predilecto de los "hermanos" de América latina. Basta leer los comentarios en las notas digitales o los tweets, o ver y escuchar los programas deportivos de los demás países de la región. Ahora que las cartas están sobre la mesa y la Argentina puede volver a vencer a los germanos en una final, los insultos y ataques recrudecen.
Ya cuando la Argentina fue eliminada en Sudáfrica, ustedes lo recuerdan, los uruguayos salieron a festejar por la montevideana 18 de Julio y los chilenos por la Alameda. Las cargadas de mexicanos, colombianos, venezolanos, centroamericanos, casi no las tomábamos en cuenta. Pero ahora la cosa está que arde. En México, Uruguay, Chile, Brasil, sus habitantes ya han sido sucesivamente suizos, belgas, holandeses y el domingo serán alemanes. Y en los comentarios contra la Argentina hay tal resentimiento que no alcanza con la sociología y hay que apelar además a la psiquiatría. Hace unas décadas se nos acusaba de "mirar a Europa". Hoy ese argumento se cayó. En Chile se jactan de ser "los ingleses de América", Uruguay quiere ser nuevamente "la Suiza" de antaño, los mexicanos viven con el sueño de ser estadounidenses, los colombianos con ser los socios de la potencia norteña.
La única rivalidad que parece radicar en lo futbolístico- si uno se guía por las masivas redes sociales y los comentarios- es con Brasil. Pero aún asi es inexplicable. Los "hermanos" viene de comerse la más vergonzosa paliza que recuerda un Mundial, y sin embargo, desde sus diarios, llaman a alentar a sus verdugos contra nuestra selección. Tanto brasileros como argentinos estamos orgullosos de serlo, a pesar de las tormentas. En todo caso podemos decir que, en este momento, Brasil padece el Síndrome de Estocolmo y prefiere campeón al que lo golpeó como nadie. Lo del resto de los países de Latinoamérica no tiene lógica. Se meten en los videos de Argentina para dejar insultos. Volviendo al comienzo. Decíamos que hay momentos para la esperanza y momentos para la desazón. Y a esta altura no me vengan con que nuestra alegría molesta porque sí. Insisto: hay que intentar con un cruce de sociología con psiquiatría.
(Publicado en el diario La Razón, de Buenos Aires)