18 septiembre 2012

Emma Watson y Shakira son un peligro informático


Por Humberto Acciarressi

Si alguien quiere hacerme un juicio por discriminación o llevarme al INADI, los derivo a la empresa de seguridad informática McAffee, una de las más poderosas del mundo. Son ellos, en todo caso, quienes han largado al mundo los datos que confirman que los piratas informáticos utilizan los nombres de estas dos estrellas para llenarte de virus la computadora.

La actriz Emma Watson, si querés asesinar tu equipo, es la que encabeza el listado de actores, músicos, cómicos, políticos y otras personalidades en el rango de alta peligrosidad. Shakira, y su compatriota la actriz Sofia Vergara, son otras dos que pueden ponerte linda carita en la web pero cuando pinchás el enlace te mandan al mismo infierno. Se conocen casos de discos rígidos que quedan convertidos en mermelada gracias al atractivo que estas chicas despiertan en sus fans.


Pero para que tengas una somera idea del peligro de las nenas, el dato de McAffe es contundente: una de cada ocho veces que se busca "Emma Watson", los resultados entregan un enlace falso. Calculá que si gogleás el nombre de la piba te aparecen 245.000.000 millones de entregas, hacé cuentas y pegate un tiro. Lo que ocurre, en general, es que los enlaces conducen a páginas truchas que descargan legiones de virus que te morfan la información de tu compu en un rato. Otros, más delicados, te instalan programas que se quedan con tus cuentas bancarias, claves informáticas y otros chiches parecidos.

Lo más alarmante es que la propia empresa de antivirus señala, a través de sus representantes, que la gente conoce estos datos, pero los olvida rápidamente. O más grave aún, son de los que creen que nunca les va a ocurrir a ellos. Y así les va a sus equipos, en el mejor de los casos, y a sus cuentas bancarias, en el peor. Otro dato: lo que más buscan los que clickean en los falsos enlaces son imágenes pornográficas de esas bellas chicas. Me ahorro por respeto a los lectores todo comentario al respecto.

(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)