Por Humberto Acciarressi
En los días más agobiantes de calor, con una térmica que ni Dante soñó para su Infierno, los habitantes de Tigre presenciaron como miles de personas (con ambulancias preparadas por cualquier cosa y litros de agua por cabeza) desfallecieron danzando en el casting de "Soñando por bailar". De esa legión de deschavetados, finalmente quedarán 24, que irán a habitar una isla del Delta del Tigre para "matarse" entre ellos, hasta que finalmente dos integren el estrafalario staff de "Bailando por un sueño" el año próximo.
Paralelamente, este domingo comenzará otra edición de "Gran Hermano", del que a esta altura ya no se puede agregar mucho, salvo que está comprobado que quienes se someten a esos encierros voluntariamente, han perdido un tornillo en su incierto camino a la celebridad. Si a eso le sumamos las cosas que hacen millones de personas en las distintas redes sociales de internet con tal de tener sus quince minutos de fama, hay que arribar a la conclusión que este mundo está agarrado con hilos más débiles que un conejillo de Indias en su etapa terminal.
De arranque nomás, los habitantes de "hogar, amargo hogar" van a pasar las fiestas fuera de sus verdaderas casas. Lo que para quienes están dispuestos a rociar con una Uzi los cuerpos dormidos de sus colegas de "sueños", no resulta demasiado doloroso. Pero espero que recuerden esta columna cuando, el 24 a la noche, ellos derramen en cámara sus lágrimas de cocodrilo.
(Publicado en la "Columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)
(Publicado en la "Columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)