27 octubre 2010

Requiem por el walkman

Por Humberto Acciarressi 

El primer modelo se llamó TPS-L2 y su aparición, en julio de 1979, marcó el comienzo de una nueva era y, entre otras cosas, la muerte del disco de vinilo. Pero el tiempo pasa para todos y aquel reproductor de casettes portátil, el legendario walkman, ya no será fabricado. En un poco más de 30 años se vendieron 220 millones de aparatos, pero en los últimos tiempos otros dispositivos digitales le pasaron el trapo y lo dejaron marginado a sólo algunos mercados muy acotados de Asia y Medio Oriente. 

El walkman -que en realidad desaparece sin pena ni gloria pues era un muerto en vida desde hace rato- apenas requería dos pilas A A para que el dueño llevara su música a cualquier lado. Era un sueño hecho realidad. A "solas" con la música de sus walkman, hombres y mujeres pudieron hacer abstracción de la gente que tenían al lado en los medios de transporte, en los lugares de trabajo, en los bares. Y el walkman, como casi todo, tuvo su lado oscuro. 

Andreas Pavel -un alemán criado en Brasil amante de la música - inventó un llamado "cinturón estéreo" para llevar sus melodías a donde quisiera. Intentó sin éxito vender la idea, la patentó en 1977, hasta que Sony comenzó a producirlo con el nombre de walkman. Así y todo, cuestiones legales impidieron que hasta el 2005 no se lo reconociera como su propietario intelectual. Pasaron cinco años de este logro de Pavel. Lástima que el walkman ya no sirve para nada. Ni de adorno, porque hasta estéticamente es feo.

(Publicado en la "Columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)