Camilo José Cela, que definió la siesta como "el yoga ibérico", decía que él dormía con "pijama, Padrenuestro y orinal". Pero más allá de las confesiones del escritor español, en este momento se está llevando a cabo en la península el Primer Campeonato Nacional de Siesta, que ya tiene cinco finalistas de los 400 participantes que iniciaron este ridículo periplo. En algunos casos, no sirvieron los tapones para los oídos, los antifaces para dormir y, como en el caso de una chica, los ositos de peluche. En algún momento se despertaron antes de los veinte minutos que -según estipulación médica- debe durar la siesta.
Hay una serie de factores que también otorgan puntos y que permitieron a los cinco dormilones mayores llegar a esta fase del concurso. Pero los méritos no se agotan en el mero dormir (cosa que puede hacer cualquiera de nosotros sin demasiado esfuerzo), sino que también se valoran la postura más original, la vestimenta más curiosa (que suele ser la más bizarra) y...¡¡¡ el ronquido más alto!!!
Hasta el momento, el récord lo tiene un tipo cuyos ronquidos llegaron a los 70 decibeles. El equivalente a una aspiradora de las más potentes. Un mutante que si hasta ahora no le partieron un fierro en la cabeza, es porque debe dormir solo. Mañana sábado (Nota del Autor: esto se publicó el viernes) se conocerá el campeón, que obtendrá mil euros. Poca guita para tanto papelón público. Desde esta columna -con humildad, naturalmente- proponemos que el ganador europeo vaya a la final del Mundo con un santiagueño, digno representante argentino de los siesteros. Hay algunos que le ganan por afano a un muerto. Acá ya se abrieron las apuestas.
(Publicado en la "Columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)