Por Humberto Acciarressi
Decenas, centenares, miles de mujeres, consignan desde hace años en artículos periodísticos y libros de autoyuda, que sus pertinaces insomnios se deben a los ronquidos del marido, a los llantos del bebé, a las preocupaciones económicas, a la delicada salud de la mascota, a las infidelidades del marido de la hermana, al calentamiento global, al tamaño del colchón, a la altura de la almohada, a la existencia de seres extraterrestres. Pues no.
La ciencia, nuevamente, llega con su palabra exacta para precisar que el motivo es otro. "La mujer felizmente casada -dicen en la Universidad de Pittsburg- duerme bien". Si la vida fuera una tira cómica (y a veces lo es), miles de hombres caerían con el "Plop" escrito en un círculo sobre sus cabezas.
Rebobinando: si sos mujer y sufrís insomnio, dejá de tomar pastillas, no te inyectes más sustancias alucinógenas, tirá los libros de Osho, sacá a tu bebé del cono del silencio que le hiciste fabricar, no tomés toda esa leche tibia nocturna que te produce diarreas medievales y dejá de contar ovejas hasta números de seis cifras. La solución es más simple: divorciáte.
Claro: si eso no soluciona tus problemas de sueño, no te precupes. Ya alguien se encargará de investigar varios años para llegar a la conclusión de que, en realidad, tu insomnio se debe a cualquier otra cosa pero que no tiene cura. Por supuesto que tu marido, para entonces, ya va a estar durmiendo con otra insomne que no lee estudios.
(Publicado en "La columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)
Decenas, centenares, miles de mujeres, consignan desde hace años en artículos periodísticos y libros de autoyuda, que sus pertinaces insomnios se deben a los ronquidos del marido, a los llantos del bebé, a las preocupaciones económicas, a la delicada salud de la mascota, a las infidelidades del marido de la hermana, al calentamiento global, al tamaño del colchón, a la altura de la almohada, a la existencia de seres extraterrestres. Pues no.
La ciencia, nuevamente, llega con su palabra exacta para precisar que el motivo es otro. "La mujer felizmente casada -dicen en la Universidad de Pittsburg- duerme bien". Si la vida fuera una tira cómica (y a veces lo es), miles de hombres caerían con el "Plop" escrito en un círculo sobre sus cabezas.
Rebobinando: si sos mujer y sufrís insomnio, dejá de tomar pastillas, no te inyectes más sustancias alucinógenas, tirá los libros de Osho, sacá a tu bebé del cono del silencio que le hiciste fabricar, no tomés toda esa leche tibia nocturna que te produce diarreas medievales y dejá de contar ovejas hasta números de seis cifras. La solución es más simple: divorciáte.
Claro: si eso no soluciona tus problemas de sueño, no te precupes. Ya alguien se encargará de investigar varios años para llegar a la conclusión de que, en realidad, tu insomnio se debe a cualquier otra cosa pero que no tiene cura. Por supuesto que tu marido, para entonces, ya va a estar durmiendo con otra insomne que no lee estudios.
(Publicado en "La columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)