No hay nada más viejo que una noticia periodística. Ayer, en "La columna del editor" de La Razón, escribí las líneas que podés leer más abajo. Hace un par de horas, tras la polémica que desató la modificación de los términos de uso de Facebook, sus creadores decidieron dar marcha atrás con los cambios. Lo que hay que destacar, en todo caso, es la rapidez con la que los usuarios de la red social (yo no lo soy) pusieron el grito en el cielo y empujaron a Zuckerberg y compañía a dejar todo en carpeta. La columna del diario decía lo siguiente.
¿DE QUIEN ES ESA BOQUITA?...ESTE...DE FACEBOOK
Por Humberto Acciarressi
Cibernautas de esos a los que no se les escapa una liebre, acaban de descubrir que la red social Facebook introdujo en la letra chica algo que vendría ser como una violación a metros del Obelisco y a plena luz del día. Una medida que reúne la desvergüenza de la red social con la comisión (por lo menos en países civilizados) de un delito posible. Para no cansar con cuestiones técnicas, digamos que todo el “contenido creado por el usuario”, pasa a estar licenciado por Facebook para cualquier uso que quiera darle, a perpetuidad y sin posibilidad de revocación. El sueño de todo malandra hecho realidad.
La red social cuenta con unos 70 millones de abonados y en tendencia alcista. Si un habitué cansado del onanismo resuelve cerrar su comercio cotidiano con los usuarios de FB, la red podrá hacer lo que quiera con lo que haya subido oportunamente. Y eso incluye datos personales, fotos, obras literarias, etc, etc. Ni Mark Zuckerberg, su creador, debe haberse imaginado hace un tiempo haciendo esto.
Una historia posible: alguien escribe una novela y la sube en Facebook para buscar mayor rebote. La obra se convierte en un best-seller a la altura de Harry Potter, el autor firma un contrato con la mayor empresa editorial, y cuando cree que ya está en condiciones de comprarse una isla y disfrutar de la dolce vita, descubre que FB interpuso un recurso y será quien cobre los derechos. De Ripley.
Otra historia posible: una fiesta termina con todos borrachos en el piso, entre ellos un reacio a estar en la red. Un amigo jodón lo sube a Facebook el día antes de dar de baja la cuenta. La red encuentra esa foto, donde el pobre tipo estaba listo para entrar en el Guiness con un control de alcolhemia, y la vende para una campaña publicitaria mundial. El tipo, ya sobrio, se suicida. El director podría ser David Lynch; el protagonista, vos.