10 febrero 2009

Carlos Fuentes escribió sobre Cortázar

Un par de entradas atrás, comenzamos con los homenajes de este blog a Julio Cortázar, a 25 años de su muerte. Allí mencionábamos las películas inspiradas en obras suyas. Acá subimos fragmentos de una nota escrita por Carlos Fuentes para ser leida en la inauguración de la Cátedra Latinoamericana Julio Cortázar, publicada oportunamente por el diario La Nación. A través del Uniberto seguirá con otros posts sobre aquel gran escritor a quien García Márquez denominó "el argentino que se hizo querer por todos".



Escribió Carlos Fuentes:


" (...) sin conocernos aún, me mandó la carta más estimulante que recibí al publicar, en 1958, mi primera novela, La región más transparente. Mi carrera literaria le debe a Julio ese impulso inicial, en el que la inteligencia y la exigencia, el rigor y la simpatía, se volvían inseparables y configuraban, ya, al ser humano que me escribía de usted y con el que yo ansiaba cortar el turrón (...)"


" (...) Lo sabía todo. Era el latinoamericano en Europa que sabía algo más que los europeos. Y ese algo más -el nuevo mundo americano- era lo que los propios europeos inventaron pero no supieron imaginar: el hombre tiene dos sueños, hay más de un paraíso. Cortázar llegó tarde a México. Me dijo después de su viaje, en 1975, que Oaxaca, Monte Albán, Palenque, eran lugares metafísicos donde convenía pasarse horas de quietud, en silencio, aprovechando eso que Henry James llamaba "una visitación".

" (...) Lo recuerdo en nuestras caminatas por el Barrio Latino a caza de la película que no habíamos visto, es decir, la película nueva o la película antigua y vista diez veces que Cortázar iba a ver siempre por primera vez. Adoraba lo que enseñaba a mirar, lo que le auxiliara a llenar los pozos claros de esa mirada de gato sagrado, desesperado por ver, simplemente porque su mirada era muy grande. Antonioni o Buñuel, Cuevas o Alechinsky, Matta o Silva: Cortázar como ciego a veces, apoyado en sus amigos videntes, sus lazarillos artísticos.

Lo recuerdo: la mirada inocente en espera del regalo visual incomparable. Lo llamé un día el Bolívar de la novela latinoamericana. Nos liberó liberándose, con un lenguaje nuevo, airoso, capaz de todas las aventuras: Rayuela es uno de los grandes manifiestos de la modernidad latinoamericana, en ella vemos todas nuestras grandezas y todas nuestras miserias, nuestras deudas y nuestras oportunidades, a través de una construcción verbal libre, inacabada, que no cesa de convocar a los lectores que necesita para seguir viviendo y no terminar jamás (...)"