23 julio 2014

La verdadera historia de la inquieta Sally Bowles

JEAN ROSS

Por Humberto Acciarressi

En 1904, en Chesire, Inglaterra, nació el escritor inglés Christopher Isherwood. Fue, por decirlo de una manera ni exagerada ni despectiva, un autor con grandes altibajos literarios y una vida aventurera y socialmente riquísima. Muy amigo de W.H.Auden, ambos nacieron en Gran Bretaña y se nacionalizaron estadounidenses. Integrante de la hornada de escritores radicales de la década de 1930, escribió algunas piezas teatrales, abandonó la aristocracia en la que había nacido y vivido más durante dos décadas, y se mudó a la República de Weimar para trabajar como profesor bajo la tutela de E.M.Forster. Fue alli cuando conoció a Jean Ross, quien inspiraría a uno de los personajes más atractivos del siglo XX.

Su condición de homosexual y su amistad con notorios artistas y escritores antinazis, lo llevaron a emigrar de Berlín en 1933, justo el año cuando Adolf Hitler era elegido como canciller de la República de Weimar, que poco tiempo más tarde convertiría en el Tercer Reich bajo el imperio de las nefastas SA y SS. En las décadas que transcurrieron hasta su muerte en 1986, en Estados Unidos, Isherwood siguió cultivando la amistad de grandes hombres (Ray Bradbury entre ellos) y escribiendo. De su producción la crítica no logra ponerse de acuerdo en cual es el más notable de los libros, pero sin duda alguno el más famoso -por sus implicancias- es "Adiós a Berlín", publicado en 1939, cuyo personaje central es Sally Bowles, inspirada en la ya mencionada Jean Ross, su amiga inglesa, criada en Egipto y residente en el Berlín anterior al nazismo.

Jean Ross, escritora, cantante de cabarets alemanes y militante comunista, se transformó en materia literaria de este amigo con quien compartió una habitación en la Alemania de entreguerras. Y luego llegó el vendaval de la Segunda Guerra. Concluida ésta, "Adiós a Berlín" fue reeditada como "Los relatos de Berlin". Allí comenzó la aventura de esta obra -ignorada durante el conflicto- y de su personaje central. En 1951, John van Druten hizo una adaptación para la pieza teatral "Soy una cámara" y Henry Cornelius dirigió la película del mismo nombre en 1955. Basada en ambas, en 1966 Joe Masteroff hizo un musical que tituló "Cabaret", y, finalmente, el gran Bob Fosse, uno de los directores y coreógrafos más grandes e influyentes del siglo XX, estrenó en 1972 la película homónima con Liza Minelli en el papel de Sally Bowles, Michael York como Brian Roberts, y, además de otros, el maravilloso Joel Grey como uno de los maestros de ceremonias mejor logrados de la historia del cine. Lo curioso es que la mujer que inspiró a Sally nunca quiso hablar del personaje y cuando lo hizo tangencialmente opinó muy malamente. Cosas de los entrecruces del arte con la vida real.

(Esta columna fue publicada en el diario La Razón y también podés leerla acá)