17 octubre 2013

Vinicius: apuntes sobre su poesía


Por Humberto Acciarressi

En estos días se cumple el centenario del nacimiento de Vinicius de Moraes (nació el 19 de octubre de 1913 en la misma ciudad en la que murió el 9 de julio de 1980, es decir Río de Janeiro). Ya se viene diciendo mucho y seguramente queda bastante en el tintero (o en los teclados). Y no está mal que así sea. Pero vale la pena recordar algunas cosas que fueron hitos de su obra, e incluso más alla de la archiconocida "Garota de Ipanema" (junto con "Bésame mucho" de la mexicana Consuelo Velázquez e "Yesterday" de los Beatles, la más versionada de la música popular). Por ejemplo: no se puede obviar en esta historia a Elizeth Cardoso, la cantante de choros y sambas que un día de 1958 entró en los estudios para grabar el LP "Canção do Amor Demais", punto de partida de la bossa nova, con temas de dos casi ignotos Vinicius de Moraes y Tom Jobim, y la participación de un joven bahiano y guitarrista, Joao Gilberto.

Fue recién dos años más tarde cuando el director francés Marcel Camus, para filmar su "Orfeo negro", se basó en la pieza teatral "Orfeo de la concepción" del músico y poeta Vinicius, que recrea el mito griego de Orfeo y Eurídice en la actualidad de las favelas brasileñas. Fue esta película -más tarde criticada por algunos, a pesar de sus momentos sublimes- la que llevó al mundo el interés por el bossa nova y la cultura popular del Brasil. Un poco más tarde, Claude Lelouch utilizó en su magistral "Un hombre y una mujer", la canción “Samba Saravah”, versión francesa de la brasileña “Samba da Bençâo”, escrita por Vinicius y -nada menos- Baden Powell.

Para entonces, de Moraes - que se definía a él mismo como “el blanco más negro del Brasil” ("o branco mais preto do Brazil") - ya se había convertido en su propia leyenda. Publicaba sus poemas, relatos, componía y cantaba - o recitaba- sus propias canciones, y era la musa inspiradora de la nueva generación de músicos del Brasil. De acuerdo a sus propias palabras, la mejor época de su vida fue por la década del 70, cuando vino a tocar en el café-concert La Fusa, de Mar del Plata, acompañado de María Creuza y Toquinho. Riendo contaba que tuvo lo que más le gustaba: mujeres y whisky.

"¿Quién pagará el entierro y las flores si yo muero de amores?", escribió Vinicius en uno de sus poemas, "La hora íntima". Hay quienes dicen que el poeta era un ser ciclotímico, con tremendas dudas existenciales. Otros sostienen que su talento se opacó cuando se hizo popular y dejó la bohemia. Algunos señalan que mientras Clarice Lispector y Guimaráes Rosa se adentraban en la literatura profunda, él nadaba en el folclore de su país. Honestamente, nada de esto parece menguar su obra. Ni la de Lispector o Guimaraes. Vinicius, a su manera, también será recordado cuando a sus críticos se los haya llevado el olvido.

(Esta columna fue publicada en el diario La Razón y también podés leerla acá)