Quienes nacimos a la música con los discos de vinilo, un día nos enteramos que antes -durante décadas- la gente hacia malabares para que no se les rompieran las placas de pasta. En algún momento, lentamente, el vinilo, con sus maravillosos artes de tapa, fue conviviendo con esos insoportables cassettes, cuyas cintas se enrollaban, se rompían y a los que cada tanto había que meterles una birome para hacerlos correr un poco, antes de volver a embocarle la Bic al rato. Un día, un mal día, los vinilos desaparecieron, y durante un largo tiempo nos quedamos mascullando insultos contra los cassettes, al punto que debe haber sido el soporte musical más odiado -y de más corta duración- hasta el momento. Después llegaron los CDs, el MP3, las plataformas de streaming y todo lo que ya conocés.
En lo referido a los vinilos, muchos de nosotros guardamos los más entrañables - Beatles, Stones, Almendra, Doors, Hendrix, Charly, los Abuelos, mucho jazz y clásico, etc- y el resto se fue perdiendo en mudanzas y tachos de basura. La cosa se puso tan brava, que las nuevas generaciones apenas los conocen gracias a internet o porque tiene algún adulto cerca que se los muestra como si fuera un dinosaurio. Sin embargo, así como en su momento ocurrió con los de pasta, comenzaron a aparecer los coleccionistas de los discos de vinilo, muchos de ellos músicos. A pesar de que se rayaban y cuando eso ocurría la música pegaba unos saltos endiablados y neurotizantes, los melómanos y el coleccionismo discográfico lo consideran el formato por excelencia. Poner un vinilo en un buen aparato -que ahora sólo se consigue entre coleccionistas- es un acto de extrema sensualidad.
Todos los fanáticos de este soporte que existen en nuestros pagos -que se conectan, paradójicamente, a través de internet-, ya se están comunicando entre sí, para verse las caras en The Roxy Palermo Hollywood (Niceto Vega 5542), el sábado 26 de abril entre las 11 y las 22, cuando se lleve a cabo la segunda edición de Buenos Aires en Vinilo, la feria creada por este grupo de melómanos empedernidos. Los circuitos tradicionales que recorren estos coleccionistas estarán, nuevamente, reunidos en un único sitio, en el cual las verdaderas estrellas serán los LPs y los sencillos que cubrieron totalmente las décadas del 60, el 70, el 80 y parte de los 90. No parece casual que las discográficas hayan vuelto a editar tiradas limitadas de vinilos para complementar las publicaciones de Cds. De una forma u otra, el vinilo no está muerto. Y en ciertos ámbitos goza de muy buena salud.
(Publicado en el diario La Razón, de Buenos Aires)