No es novedad que desde muy chico, como casi todos los italianos (y esto apenas para remitirnos a su patria, ya que el fenómeno es global y nos lleva a cualquier escala social), Federico Fellini fue un fanático de las historietas gráficas, un devorador de las narraciones en cuadritos. La estética de sus posteriores y geniales películas tienen mucho de esa pasión infantil por el "fumetto", e incluso el nacimiento de las mismas, ya que -lo cuenta en sus memorias y lo confirman actores y colaboradores- siempre dibujó a los personajes de sus films. Más aún, el maestro realizaba bocetos gráficos de las personas que iban a sus audiciones, de sus atuendos y sus rostros, de sus movimientos y sus tics, para después dar vida a sus creaciones para la pantalla. Durante su juventud, Fellini llegó a ser guionista de Flash Gordon cuando el fascismo italiano prohibió el ingreso de las historietas norteamericanas, y hacia el final de su vida, junto con Milo Manara (un genio de la historieta y un admirador febril del director de "8 y 1/2"), volvió a sus comienzos y escribió guiones y trazó líneas sobre películas que no tuvo tiempo de concretar.
A mediados de la década del ochenta, mientras muchos de sus contemporáneos subestimaban las historietas, Fellini escribió: “El mundo del cómic podrá prestar generosamente al cine sus escenografías, personajes e historias, pero no su atractivo más secreto e inefable, que es el de la fijeza, la inmovilidad de las mariposas clavadas con un alfiler”. En una entrevista contó después del estreno de "Amarcord" en 1973: “Para mí, las historietas son un punto de referencia. Una visión desde donde desarrollar las situaciones, como una fábula pero real. Perdonen que me cite a mí mismo, pero en Amarcord intenté reconstruir el sobrio encuadre de los grandes dibujantes norteamericanos de los años ‘30, principalmente Winsor McCay”. Eso que llamamos "fellinesco" tiene mucho de las historietas y, naturalmente, de otra de sus pasiones de chico: el circo.
En estos días y hasta el 18 de mayo, en el Museo del Humor (Avenida de los Italianos 851), es decir la ex Confitería Munich, hay un conjunto de trabajos que aúnan el cine y los dibujos del cineasta, en la muestra "Fella x Fefé". Alli se exponen 47 reproducciones, afiches y fotografías del propio Fellini, y uno puede verificar por sí mismo lo que aquí anotamos. Los mismos son acompañados por el cortometraje "El largo viaje" (1997), que anima los diseños del artista, con guión y narración de otro grande, Tonino Guerra, poeta y guionista de "Amarcord". Y para redondear la fiesta visual, aquellos que visiten la exposición los sábados, a las 19.30 se proyectarán clásicos del cine de este creador inclasificable.
(Publicado en el diario La Razón, de Buenos Aires)