"De alguna manera es la experiencia de toda una vida y la tentativa de llevarla a la escritura", expresó en una oportunidad Julio Cortázar, cuando le pidieron una reflexión sobre su novela más emblemática, "Rayuela", editada en 1963 por la editorial Sudamericana, con la inolvidable tapa de color negro y el dibujo del juego. El cronopio de las letras argentinas, que venía de publicar los cuentos de "Final del juego" y de "Las armas secretas", así como la novela "Los premios", tenía en mente otro título para su nuevo libro: Mandala. Por esas cosas del destino, a Cortázar le pareció pretencioso ese nombre y se resolvió por Rayuela, dada esa alegoría de alcanzar el Cielo que tiene el juego que practicaron muchas generaciones y que ahora casi nadie conoce.
Otra de las consecuencias inevitables de "Rayuela" fue que puso a Cortázar al tope de quienes integraron el boom latinoamericano, así sea por ser el mayor, quien tenía más obra en esos años, o porque era "el argentino que se hizo querer por todos" en el decir de Gabriel García Márquez. De una manera poco ortodoxa, Cortázar logró algo mucho más sutil con "Rayuela": llevar al campo de la literatura la problemática social, pero vista desde otra perspectiva, ajena a cualquier panfletarismo. El libro es una exasperada manifestación de rebeldía del pensamiento propio y del de su generación, contra los postulados culturales y los paradigmas estéticos que los componían. "Rayuela", de mil maneras posibles, es un cuestionamiento a cualquier tipo de legado cultural.
No es casual que la novela -o la contranovela, como prefería llamarla el escritor, en lugar de antinovela- haya calado tan hondo en una generación en la que las rebeldías se manifestaban en todos los rasgos paradigmáticos de la sociedad. De una manera, quienes dicen que el libro fue la primer obra surrealista de la Argentina, están en lo cierto pero sólo a medias. En rigor es mucho más, aunque a Cortázar no le desagradaba ser emparentado con Breton y sus discípulos. Ahora, para celebrar el medio siglo de su publicación, en varias ciudades se llevan a cabo homenajes, que naturalmente a Cortázar le hubieran parecido exagerados, pero que obviamente merece. Por esta novela cumpleañera, por sus ensayos, por sus poemas, y por el lugar destacado que tiene en la literatura.
(Publicado en el diario La Razón, de Buenos Aires)