Los científicos de la Universidad de Washington ya construyeron todas las piezas de un cohete de motor, impulsado por energía nuclear ¿Cuál es la novedad de esto en un tiempo de tantas novedades? Que cuando los ñatos acoplen todas las piezas de este puzzle espacial, estarán a escasos minutos de concretar un sueño de la humanidad, consignado, especialmente, en la literatura y en el cine: llegar a Marte.
Sin embargo lo novedoso no es esto, ya que -mientras escribo- decenas de mamotretos de la NASA recorren el universo mucho más allá del planeta rojo. No. Lo nuevo es que el cohete en cuestión estará en condiciones de llevar a Marte una tripulación (lo que en este momento es bastante) y en un tiempo no superior a los treinta días (lo que es una barbaridad de rápido). "Sólo hay que unir los procesos desarrollados para comprobar que funciona", señaló uno de los investigadores. No es mucho, pero es más que nada.
Como ya sabés, el hombre llegó a la Luna en varias oportunidades, pero luego se limitó a pasear por el espacio en distintas naves, incluso algunas que se transformaron en costosas tumbas siderales. Pero Marte siempre fue un sueño. Para colmo, gracias a los escritores de ciencia ficción como Herbert Wells, es casi "un clásico". No es casual que cualquier basura que llegue del cielo gane el mote de marciano, así sea de un cóndor al que le pegaron un balazo y cayó rápido.
Las "Crónicas marcianas" de Ray Bradbury, con la conquista y colonización del planeta rojo, hasta nos dieron un motivo para encontrar cierto encanto en no querer ir a pasear a Venus o Neptuno, sino a Marte. Unas vacaciones allí -como las soñadas por los personajes de la película "El vengador del futuro" - caben en este contexto. Los investigadores pensaron que la energía nuclear es la más apropiada, ya que los combustibles terráqueos no sirven para llegar a Marte, y a veces ni a otro barrio. Lo que tienen que verificar ahora es que la tripulación no se convierta en un hongo atómico a metros del piso.
(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)