Pasado y presente del ex soldado soviético |
En 1980, durante una de las últimas guerras libradas por la ex Unión Soviética, Bakhritdin Khakimov fue enviado a Afganistán. Tenía 20 años y su gente lo lloró largamente cuando fue dado por desaparecido tras un feroz combate entre el Regimiento 101 de la infantería soviética y los rebeldes mujaidines islámicos armados por los EE.UU. Concluyó esa guerra, vinieron otras, cayó el muro de Berlín, se evaporó la URSS, el duro bloque comunista se dividió en antiguas nacionalidades. En síntesis, pasó el tiempo. Los soviéticos dejaron en suelo afgano 15 mil muertos y 250 desaparecidos en esa campaña letal, entre 1979 y 1989.
Bakhritdin también dejó en su ciudad natal, Uzbekistán, un hermano: Sharof, un ex teniente coronel de la policía. Este, hace un tiempo, se puso en contacto con una asociación de veteranos de guerra. Lo único que llevó fue una foto del joven de 20 años, desaparecido en acción. Y hace poco recibió un llamado: habían localizado el paradero de Khalimov...y estaba vivo. Habían transcurrido 33 años de aquel cruento combate que culminó con un tendal de muertos. Aparentemente resultó gravemente herido y salvó su vida gracias al curandero de una tribu afgana, más preocupada por los ritos tradicionales que por la guerra que se desarrollaba en el país.
Mientras, el mundo seguía su curso. El asunto es que con 53 años, el viejo soldado se convirtió él mismo en el curandero de la tribu, casi olvidó la lengua rusa y adoptó el nombre de Sheikh Abdulá. Uzbekistán, en la actualidad y paradójicamente, es un país independiente e islámico. Ya hace tiempo que murieron sus padres y su esposa. En Samarcanda, donde ambos transcurrieron su infancia y adolescencia, el ex soldado soviético se encontrará con su hermano. En un cuarto de siglo fueron hallados 29 soldados desaparecidos en Afganistán. De esos, siete optaron por quedarse a la nación donde fueron a combatir. Nadie sabe, hasta el momento, lo que hará Bakhritdin. Pues como ya señalamos, ahora ni siquiera tiene ese nombre.
(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)