08 marzo 2013

Demandó a sus padres por falta de cariño

BERNARD BEY, EL HIJO SIN CARIÑO
Por Humberto Acciarressi

Bernard Bey podría ser definido como un pobre tipo. Pero aún así no estaríamos diciendo nada. Hay muchos que responden a ese calificativo sin llegar al drama de este hombre sin hogar que deambula por Brooklyn, Nueva York, ya que no tiene ni dónde pasar la noche. Bernard come gracias a los restos que recoge en las calles y se tapa con diarios y mantas sucias que le disputa a otros homeless.

Hace unos días, este individuo sufrido ingresó al edificio de la Corte de Brooklyn, caminó hasta un mostrador, fue derivado a una oficina y allí hizo una denuncia: sus padres no le dieron cariño siendo un nene, lo que determinó que tuviera que irse del hogar a los doce años. Quien le tomó la denuncia lo escuchó, anotó y se quedó helado cuando Bernard le dijo que busca una indemnización de 200 mil dólares por daños y perjuicios, además de la hipoteca de la casa familiar en la que aún viven sus padres.

Como era de esperar, el hecho fue rápidamente conocido por los diarios, y Bey comenzó a dar entrevistas. Mientras, la ley sigue su curso. El tipo, que ahora tiene 32 años, cuenta que la falta de cariño de su madre y de su padre fue la que determinó su huída de la casa un cuarto de siglo atrás, y que por culpa de ellos se vio obligado a vagabundear, pasar varias temporadas en refugios para los sin techo y recalar un par de veces en la cárcel.

Para demostrar que no está jugando ni mucho menos, respondió ofendido a la pregunta de un periodista: "No me interesa lo que les pase a mis padres. Ellos no me quisieron cuando era pequeño y no hay ningún lazo entre nosotros. Ni siquiera me recibieron cuando volví a mi casa hace unos años". En tanto, los demandados no hablan. Como ya advertiste, Barnard Bey es un pobre tipo. En su acepción más amplia. Y para dejar de serlo lo será aún más. A él no le interesa. Y argumenta que con el dinero que le gane a sus padres quiere abrir dos franquicias de una conocida cadena de pizzería , comenzar una nueva viva y formar una familia. En fin.

(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)