Por Humberto Acciarressi
"El fumar es perjudicial para la salud", dice la leyenda que leemos en el paquete mientras encendemos un pucho. Pero, ¿quién advertirá que no tener amigos equivale a fumar quince cigarrillos diarios? Nosotros, ¿quién si no? Científicos yanquis acaban de demostrar que la ausencia de relaciones sociales profundas es tan dañina como llenarse de humo los pulmones o ser adicto al alcohol. Que dicho en criollo equivale a sostener "sobre llovido, mojado". Veamos dos ejemplos.
Una persona que llamaremos "X" fuma apenas diez cigarrillos diarios y se toma con sus amigos las suficientes cervezas como para volver a la casa gambeteando baldosas como si fuera Messi. Todos los días de su vida hace lo mismo, que matiza con excesos ocasionales. Finalmente llega un acontecimiento capital de su existencia: se muere. En su velorio, en medio de chistes y recuerdos, lo lloran decenas de amigos y familiares.
Por otro lado tenemos a otra persona que llamaremos "Y". Es vegetariano, nunca en su vida fumó un cigarrillo, no sabe que gusto tiene el alcohol y el único exceso que se ha permitido es ver dos veces Forrest Gump. Por timidez o mal aliento (simples detalles), nunca ha tenido un amigo y su único contacto social es decir "Uno con veinte" al subir al colectivo. Igual que a "X", un día se le cruza la Parca y el tipo va a parar a la morgue, donde encuentran que era sano como un toro. Pero claro, hasta hoy, los forenses ignoraban la noticia que comentamos.
(Publicado en la "Columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)