19 octubre 2006

Curtis y "The North American Indian"


Hace poco, en el Museo de Arte Hispanoamericano "Isaac Fernández Blanco", se presentó la muestra de uno de los fotógrafos más singulares que han existido: Edward Sheriff Curtis. La exposición, que reunió bajo el nombre "Legado sagrado" obras que parecían salidas de un pincel mágico, mostró apenas una parte del trabajo de este artista nacido en 1868 en Wisconsin, Estados Unidos. Para comprender algo de su vida puede mencionarse que a los doce años construyó su primera cámara fotográfica y que antes de casarse ya tenía su propio estudio en Seattle. No deben obviarse una expedición a Alaska en 1899 y un viaje a Montana para documentar una danza indígena del sol.

Impresor virtuoso, utilizando raras técnicas para trabajar los negativos y la foto posterior, entre 1907 y 1930 se dedicó a ejecutar la obra cumbre de su vida: "The North American Indian". Se trata de una colección de veinte tomos, con más de 2.200 fotografías originales sobre el indio norteamericano - apache, navajo, hopi y otros que sobrevivieron a las sistemáticas matanzas -, realizadas con el objeto de documentar las costumbres de los pueblos nativos.

El proyecto le costo caro: perdió salud, dinero y familia. En 1930 estaba definitivamente quebrado. Y hasta su muerte, en 1952, vivió en la pobreza y en la oscuridad más absoluta. Su obra, después de décadas de permanecer en catálogos de rarezas, hace poco salió a la luz y los estudiosos analizan cada uno de sus fotogramas. Lo que no es poco para quien, en el peor de los momentos históricos, emprendió una tarea condenada al fracaso. Lo que no significa nada, pero tiene cierta belleza.