28 marzo 2013

La que faltaba: los rusos van a almacenar nieve


Por Humberto Acciarressi

Hay quienes sufren trastornos obsesivos compulsivos y guardan las cosas más insólitas. En algunos países los llaman "acumuladores". Por supuesto no hay que confundirlos con los coleccionistas, que también son unos enfermos, pero con glamour. Conozco muchos y alguna vez hasta fui uno de ellos (mi especialidad eran las revistas antiguas). Pero quienes están de verdad "chapitas" son aquellos que guardan pedazos de pizza, sobres de mayonesa vencidos, botellas con restos de líquidos indescifrables dentro, mascotas embalsamadas (no necesariamente propias), uñas y pelos, diarios viejos y las cosas más repugnantes que puedas imaginarte.

No hace mucho, se conoció el caso de un hombre en el conurbano bonaerense, a cuya casa no había forma de ingresar por la cantidad de bolsas de basura acumuladas. Puertas y ventanas estaban completamente tapadas y los vecinos -que se tardaron demasiado, a mi modesto entender- hicieron la denuncia. Se trataba de un verdadero asco y el hombre se justificó indicando que guardaba las bolsas enteras para, con más tiempo, tomarse el trabajo de seleccionar lo que pudiera interesarle. Obviamente eso no ocurría nunca y llegó a varias toneladas de inmundicias.

Ahora, con la mirada puesta en los Juegos Olímpicos rusos de 2014, los organizadores decidieron almacenar nieve. Leiste bien. No quieren que las bajas temperaturas le deparen algunas malas sorpresas durante la competición internacional. Y no van a guardar una cubetera o dos, ni siquiera un freezer de los grandes. Para nada. Los rusos van a almacenar 450.000 metros cúbicos de nieve.

La ceremonia inaugural se llevará a cabo el 7 de febrero de 2014, con lo cual cabe suponer que ya deben estar paleando nieve y guardándola vaya a saber dónde. Los cables no explican cómo realizarán semejante proeza y quiero suponer que no es el fruto de una imaginación afiebrada. Aún así, habría que ver si esta iniciativa -de tener éxito- no merece ingresar en el Guinness. Yo creo que se derrite.

(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)