Por Humberto Acciarressi
Cuando a fines de la década del 70 Werner Herzog dirigió la estupenda remake de "Nosferatu" (con las actuaciones memorables de su actor fetiche Klaus Kinski, la hermosísima Isabelle Adjani y Bruno Ganz), no sólo rindió un merecido homenaje a Murnau, sino que reflotó públicamente la primera versión cinematográfica que intentó una aproximación al libro "Drácula" de Bram Stoker. Es verdad que entre un film y el otro, e incluso más acá en el tiempo, se filmaron otras aproximaciones a la "no vida" del conde de Transilvania y sus insaciables gustos por la sangre, Pero no es menos cierto que el primer "Nosferatu" - realizado en 1922, en el apogeo del cine mudo- marcó un hito sin igual en el marco del expresionismo alemán y en una larga lista de vampiros literarios y cinematográficos.
Como sucede con otros acontecimientos -se me ocurre especialmente el descubrimiento de la tumba de Tutankamón por Howard Carter, el mismo año que el del estreno de la película, lo cual parece más que casual -, esta obra de arte está rodeada de episodios trágicos que algunos exagerados vinculan a una "maldición" de los no muertos. El último de estos hechos acaba de suceder: el cráneo de Friedrich Wilhelm Murnau fue robado de su tumba en el cementerio de Stahnsdorf, en las afueras de Berlín. La policía alemana no descarta prácticas ocultistas, ya que los ladrones dejaron marcas de velas consumidas y misteriosas manchas, aunque quedaron intactos los ataúdes del director y de su hermano.
Pero más allá de esta extraña actividad, hay que recordar que el protagonista de "Nosferatu", el curioso Friedrich Gustav Max Schreck, murió de un ataque al corazón a los 57 años, pero en vida lo persiguió una leyenda que le causó grandes problemas. Efectivamente, se decía que era un vampiro verdadero y que en la escena final de la película le había mordido el cuello a la protagonista. Su vida inspiró un homenaje de Tim Burton, que en "Batman vuelve" le dio su nombre al personaje interpretado por Christopher Walken, pero sobre todo una película inquietantemente bella dirigida por Edmund.Elias Merhige titulada "La sombra del vampiro", con John Malcovich y Willem Dafoe, quien se puso en la piel de Scherck.
Se debe añadir que el cámara del film, Fritz Amo Wagner, murió trágicamente en un accidente de tránsito. Y no es menor el dato que Murnau, cuya cabeza acaba de ser robada, perdió la vida a los 42 años, cuando el auto que conducía un joven amante suyo se estrelló en Santa Mónica, Estados Unidos. Un acontecimiento clave, sin embargo, parece haber zafado de la "maldición". Cuando Murnau estrenó "Nosferatu", la viuda de Bram Stoker lo demandó por los derechos de autor del libro "Drácula", de su marido. El director perdió el juicio y la condena consistió en destruir todas las copias. Alguien salvó algunas, lo que permitió que la posteridad conociera este clásico indispensable en la historia del cine. Si el vampiro había maldecido a la película, fue lo suficientemente vanidoso como para que ésta perdurara.
(Publicado en el diario La Razón, de Buenos Aires)