Dirigida por Enrique García Velloso sobre la novela de José Mármol, "Amalia", y con el mismo título de esta obra escrita en tiempos de Rosas, el 12 de diciembre de 1914 -hace cien años- se estrenó en el Teatro Colón de Buenos Aires, cuatro años después del Centenario de la Independencia Argentina, el primer largometraje de producción nacional. El elenco estaba integrado por actores -aunque llamarlos así es demasiado pretencioso- de la aristocracia local. Por ejemplo, una tal Dora Huergo hacía de La Negra y Lola Marcó del Pont interpretaba a la Señora Dupasquier. La película, obviamente, era muda. García Velloso, uno de los integrantes de la célebre bohemia porteña de comienzos del siglo XX argento, fue un gran director de teatro y dramaturgo, que además retrató como pocos aquellos años locos de la ciudad. No es un dato menor que haya sido el creador, en 1910, de lo que hoy es Argentores.
Aunque aquel estreno muy celebrado marcó un hito, la Argentina ya era uno de los pocos países en los que el cine había prendido fuertemente. El francés Eugenio Py ya había realizado la experiencia documental "La bandera argentina" en 1897, y más tarde llegaron "Viaje a Buenos Aires" en 1900 y "La revista de la Escuadra argentina" en 1901. "Escenas callejeras" de Eugenio Cardini y "El fusilamiento de Dorrego", de Mario Gallo (director además de "La Revolución de Mayo"), en 1902 y 1908 respectivamente, tuvieron una gran recepción del público de Buenos Aires. La referida a Dorrego especialmente, ya que era la primera película con argumento. Una población amante de la literatura y el teatro, a cuya ciudad venían intelectuales de otros países para dar el gran salto cultural, no fue ajena al séptimo arte en sus inicios.
Apenas un año más tarde del estreno de "Amalía", tres directores -Humberto Cairo, Eduardo Martínez de la Pera y Ernesto Gunche- se inspiraron en el todavía bien reciente "Martín Fierro", de José Hernández, y filmaron "Nobleza gaucha", Incluso en una de las mecas de la historieta y el cómic, ya en 1917 se estrenó "El apóstol", una sátira sobre el presidente Hipólito Yrigoyen, que además fue el primer largometraje animado argentino y del mundo. El director era Quirino Cristiani, un verdadero pionero, que además se dio el lujo de decirlo "no" cuando Walt Disney se lo quiso llevar a los Estados Unidos. Pero uno de los más importantes acontecimientos de nuestra cultura cinematográfica ocurrió ese mismo año de 1917, cuando Francisco Defilippis Novoa filmó "Flor de durazno" inspirado en una novela de Hugo Wast, con un actor insólito, en ese entonces gordo a más no poder y que,aunque el cine era mudo, se lo conocía por cantar como los dioses: se llamaba Carlos Gardel.
(Publicado en el diario La Razón, de Buenos Aires)