Hace poco, los investigadores hallaron unos pedazos que, "por su tamaño y por los motivos que contenían", permitieron reconocer que se trataba de "un documento arqueológico excepcional", explica el jefe del proyecto, Marcelo Castro. Una vez pegados, los fragmentos dieron luz a lo que los expertos consideran una patena, un plato destinado a contener el pan consagrado para la eucaristía, de vidrio verdoso de 22 cm de diámetro y unos 4 cm de profundidad, que pudo ser reconstruido a más del 80%. Esgrafiada sobre él, la imagen de tres personajes con aureola: en el centro un Cristo imberbe, de pelo corto y rizado, sosteniendo una gran cruz en una mano y una biblia abierta en la otra; a sus lados dos apóstoles que podrían ser Pedro y Pablo.
Más que un retrato fiel se trata, según Castro, de un modelo artístico arcaico, denominado "alejandrino", propio de una etapa temprana del cristianismo cuando, recién salido de la clandestinidad, atesoraba aún pocas imágenes. "Este tipo sería desechado más adelante en la tradición cristiana y se preferirían otras formas de representar a Cristo, pero está presente en los primeros momentos del cristianismo", después que gracias al emperador romano Constantino I (306-337) éste fuera legalizado y dejara de ser "una religión literalmente subterránea", agrega. Entonces la iconografía no estaba aún fijada y las patenas se fabricaban en vidrio y no en metales preciosos como posteriormente.