26 octubre 2014

La triste historia de Mata Hari, la espía más famosa

MATA HARI EN 1906
Por Humberto Acciarressi

En la madrugada del 15 de octubre de 1917, en el bosque francés de Vincennes, hacía un frío que quemaba las manos de los fusileros, todo ellos expertos y de los que jamás fallan. En aquellos tiempos, quienes comandaban los ejércitos y los grupos especiales utilizaban un mecanismo para que ninguna de los integrantes de un pelotón de fusilamiento sintiera culpa. Una de las balas era de salva y los soldados ignoraban en qué fusil estaba. En este caso sucedió un hecho que, en medio de la tragedia, constató un acto de piedad. De los doce tiradores -insistimos, todos expertos -, y sacando la de salva, sólo tres balas impactaron en el cuerpo de la mujer que se había negado a que le ataran las manos y le vendaran los ojos. Los restantes "erraron" el tiro. Eso no impidió que Margarete Gertrud Zelle, conocida como Mata Hari, muriera desangrada sobre la campiña francesa a las 5.47 de aquella lejana madrugada de octubre.

La espía más famosa de la historia había nacido en Holanda el 6 de agosto de 1876 y cuando era adolescente leyó el aviso de un capitán que buscaba novia (se ve que entonces ya se realizaban estas ceremonias). El asunto es que la joven terminó casándose con Rudolph Mac Leod – un hombre de malas maneras, diabético, reumático, calvo y sin patrimonio- con quien tuvo dos hijos de destino aciago: Norman y Jeanne. Al primero, cuando tenía dos años, lo envenenó una sirvienta, en venganza por una bofetada que recibió de su patrona. La segunda, curiosamente, fue fusilada por espía décadas más tarde, cuando servía a los Estados Unidos en los prolegómenos de la guerra de Corea.

Cansada de los golpes de su marido, Margarete huyó a Francia. Allí trabajó como modelo y un día tuvo la idea de presentarse con la máscara de una bailarina oriental llamada Mata Hari (en malayo “Ojo de la mañana”). La artista deslumbró al Paris de la Belle Epoque con sus strip tease – fue la primera en realizar uno sobre el escenario – y con sus extravagancias. Era hermosa, lo que le facilitó cosechar infinidad de amantes, especialmente militares, banqueros, funcionarios y miembros de la aristocracia. Hay que señalar, sin embargo, que el único hombre que Mata Hari amó fue el oficial ruso Vadim de Masslov, por quien cometió el peor error de su vida: su encuentro con Pierre Ledoux, jefe de la inteligencia francesa, quien le ofreció servir como espía al servicio del país galo.

La historia europea, en este punto, comenzó a confundirse con la historia personal de Mata Hari. En Inglaterra la consideraron una espía germana; en Alemania, una agente anglo-francesa. Y en realidad fue las dos cosas y ninguna: Margarete nunca fue más que una aprendiz de James Bond. Atrapada entre dos fuegos, un día fue acusada de traición al gobierno francés. Confinada en una celda, el juicio se llevó a cabo a puertas cerradas. En las primeras horas del 15 de octubre de 1917, la mujer se trenzó el pelo negro; se puso unas medias oscuras; se calzó unas zapatillas de tacones altos; y cubrió su kimono con una gran capa de terciopelo. Luego le escribió una carta, firmada con su nombre real, a su hija: “…dentro de dos horas habré muerto sin tener la oportunidad de volver a verte. Eras una niña cuando te dejé (…) eras todo lo que yo tenía, pero no te cuidé (…) La vida ha sido más fuerte que yo…”. Una hora más tarde, ante el silencio que tuvo la pregunta de rigor de un oficial, "¿Nadie reclama el cadáver?", el cuerpo de la mujer fue llevado a la facultad de Medicina y de alli a una fosa común. En medio de la guerra fue, apenas, una muerte más.

(Esta columna fue publicada en el diario La Razón y también podés leerla acá)

MATA HARI EN 1910

MATA HARI Y LA DANZA DE LOS SIETE VELOS
FICHA POLICIAL ANTES DE SU EJECUCION
EJECUCION DE MATA HARI EL 15 DE OCTUBRE DE 1917