31 octubre 2014

Klein Quinteto y Herrero en el Village Vanguard


Por Humberto Acciarressi

El brillante pianista y compositor argentino Guillermo Klein es un nómade, ya que, según sus declaraciones, el viaje es una de sus pasiones. Y de acuerdo a lo que dice, eso lo ha hecho menos localista con la música. Pero la vida tiene sus vueltas. Klein, que a los 10 años se sentaba al piano a componer inspirado en Piazzolla, que luego fue a Estados Unidos a estudiar en el Berklee College of Music y se adentró en el fascinante mundo del jazz, nunca dejó de involucrarse teórica y estéticamente con la música del pasado argentino y latinoamericano. Hace un par de años, la vida encontró a Klein con su Quinteto tocando en uno de los lugares emblemáticos del jazz internacional: el Village Vanguard, de Nueva York.

Ese club en el que tocaron y grabaron en vivo músicos como John Coltrane, Bill Evans, Sonny Rollins, Wynton Marsalis y muchísimos más, sigue siendo uno de los puntos de referencia de las vanguardias. Allí, con varios invitados, se vivieron seis noches soñadas con localidades agotadas. Además de Richard Nant en trompeta y percusión, Matías Mendez en bajo, Sergio Vedinelli en percusión, y la colaboración especial del pianista de jazz Aaron Goldberg, la voz la puso nada menos que Liliana Herrero, en lo que además fue el debut newyorquino de esta entrerriana que gran historia musical en la Argentina y una de las voces más emblemáticas de nuestro folclore.

De esas noches de maravilla salió el disco "Live At The Village Vanguard", en el que se han compilado once temas de los interpretados en esas jornadas de Nueva York. Al margen de composiciones del propio Klein, la voz de Herrrero y los sonidos envolventes del piano del anfitrión y de los instrumentos de sus compañeros, también hay raras (y el término "raro" tiene un sentido positivo) reversiones de "Milonga triste" de Sebastián Piana y Homero Manzi, de "Cartas de amor que se queman" de Cuchi Leguizamón y Manuel Castilla, de "Zamba del arribeño" de Juan Falú y Néstor Soria y "Dulzura distante" de Fernando Cabrera. Pero una de las perlas del CD es la unión de "Golondrinas", el clásico de Carlos Gardel, con "Las golondrinas de Plaza de Mayo", de Luis Alberto Spinetta. Es un disco para melómanos y, en rigor, toda una rareza.

(Esta columna fue publicada en el diario La Razón y también podés leerla acá)