"No he reescrito el libro. He mitigado sus excesos barrocos, he limado asperezas, he tachado sensiblerías y vaguedades y, en el decurso de esta labor a veces grata y otros veces incómoda, he sentido que aquel muchacho que en 1923 lo escribió ya era esencialmente -¿qué significa esencialmente?- el señor que ahora se resigna o corrige". Así prologaba Jorge Luis Borges, en 1969, una nueva edición de "Fervor de Buenos Aires", libro aparecido en 1923, en una edición de autor realizada por él mismo en la imprenta Serrantes, con una tirada de...300 ejemplares. Las páginas no llevaban numeración y la ilustración de tapa era de su hermana, Norah Borges. Estamos a noventa años de esa fecha ilustre en el calendario de la literatura mundial.
Cuando ese libro que Borges metía en los bolsillos de los sobretodos que colgaban en los bares para que alguien lo leyera vio la luz, el escritor ya había pasado por las experiencias ultraistas y expresionistas de las vanguardias europeas, y optaba por poesías en las que rescataba lo marginal contra la poetización de la ciudad moderna. "Su poesía fue depurada de su excesivo uso de las imágenes", dice James McKegney. Esa primera edición tenía 46 poemas y un prefacio, que fueron ampliados en 1943, y que -a pesar del prólogo de Borges de 1969- también sufrió algunos cambios en esa reedición (por ejemplo el poema "Líneas que pude haber escrito y perdido hacia 1922", y que fue publicado recién en 1966).
La obra en su conjunto gira en torno a la primera persona del singular -a veces del plural- en versos libres que evocan cuestiones públicas y privadas de ese Buenos Aires que Borges siempre amó -fue el único de los grandes escritores que vivió acá y sólo viajó a Ginebra cuando sabía que iba a morir-. El arrabal porteño cobra, gracias a ese libro, nuevas dimensiones en la literatura. Podrían escribirse -y se ha hecho- miles de cosas sobre este conjunto de poemas, que este miércoles a las 19 en la Biblioteca Manuel Gálvez (Córdoba 1558) serán leído por Ingrid Pelicori. Es uno de los tantos hoimenajes, pero digno de asistir. Para contemplar, además, las muestras fotográficas de Carlos Grecco y José Luis di Zeo.
(Publicado en el diario La Razón, de Buenos Aires)