Por Humberto Acciarressi
El director Eliseo Subiela ("El lado oscuro del corazón", "Últimas imágenes del naufragio", "Hombre mirando al sudeste", etc) acaba de vivir algo que parecía reservado a una de sus películas y casi de milagro no acaba como Rantés esperando la llegada de los extraterrestres en el patio del neuropsiquiátrico Borda. El laureado artista tuvo que participar en el Festival de Lima 2012 y la AFIP no le permitió comprar ni dólares ni soles peruanos. La plata argentina, como se sabe, no la quieren ni las tribus del Amazonas. Mucho menos en Lima. Al punto que el director señaló: "Con el dinero argentino, allá se me rieron".
Pero lo peor de lo que le pasó a Subiela es que el viaje estaba auspiciado por la Cancillería de nuestro país, a cuyo frente está Héctor Timerman. No sería de extrañar en quien dirigió el diario La Tarde para alentar el advenimiento de la dictadura militar y desde sus páginas (entre marzo y agosto de 1976) defendió con entusiasmo a Videla, Harguindeguy, Bussi y otros genocidas. Pero digamos que es desprolijo.
Lo que no sólo no es prolijo sino además es una aberración, es que tanto Subiela como cualquier argentino tenga que esperar el visto bueno de Ricardo Echegaray -el funcionario de primera línea mejor pago de la órbita nacional- para hacer lo que quiera con su plata. Todos los días se centuplican las quejas contra las medidas de la AFIP impulsadas por la presidente.
Las desventuras de Subiela aún no terminan. Por un lado acaba de expresar que está "entre desconcertado y enojado, pero más desconcertado" y que "afuera no pueden creer que nos esté pasando esto". Pero por el otro, trata de imaginar cómo sobrevivir en Canadá, ya que tiene que viajar al Festival Internacional de Montreal representando a la Argentina con dos películas: "Rehén de ilusiones" en la Sección World Greats y "Paisajes devorados" en Focus on World Cinema. La AFIP ya le negó la compra de dólares canadienses. Quienes gobiernan deberían repasar un término que utilizan y no entienden: nacionalismo.
(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)