Son enigmáticos y silenciosos. Dicen que gracias a una estricta rutina de meditación alcanzan instancias superiores de la consciencia y aumentan su comprensión del mundo. Por estas y muchas otras cosas más, los monjes budistas despiertan fascinación en Occidente. Sin embargo los aqueja un problema bien mundano: más de la mitad de ellos, cerca de 300.000 en Tailandia, son obesos. ¿Las causas? Simples. Comen en exceso, no hacen ejercicio y así no hay meditación que sirva.
La información se desprende de un estudio realizado por el Instituto de Investigación Budista con la colaboración de la Universidad de Chulalongkorn. El texto indica que la obesidad afecta al 55% del total de los monjes, incluidos los novicios de los 36.000 templos de Tailandia. Se dice que esto se debe a la inclinación de estos a comer en tres ocasiones durante la jornada, con lo que además transgreden la norma monacal que dicta una sola ingesta al día. Y para colmo, son muchos los religiosos a quienes les gusta comer las golosinas y tomar las gaseosas que los fieles donan a los monasterios.