Bielorrusia es considerada la "última dictadura de Europa". Por eso sería extraño pensar que el ex país soviético, gobernado con mano dura por Alexander Lukashenko, pudiera verse comprometido políticamente por una protesta... protagonizada por ositos de peluche. Sin embargo, Lukashenko destituyó a dos de los principales militares del régimen después de que dos suecos, empleados de una empresa de publicidad, ingresaran en un avión ligero al fuertemente resguardado espacio aéreo del país y lanzaran 879 muñecos en paracaídas con mensajes en favor de los derechos humanos.
Las autoridades negaron el incidente ocurrido el 4 de julio hasta la semana pasada, cuando Lukashenko convocó a una reunión urgente para reprender a los responsables de permitir semejante "provocación". El jefe de la defensa aérea y el titular del servicio de guardias fronterizas fueron quienes pagaron. Thomas Mazetti y Hannah Frey, los dos suecos detrás de la proeza, dijeron que querían mostrar su apoyo a los activistas de derechos humanos bielorrusos y avergonzar al ejército del país, un pilar del poder de Lukashenko. "Logramos que más personas en el mundo estén conscientes de lo que pasa en Bielorrusia", dijo Frey.