Por Humberto Acciarressi
En el sur de Nevada en los Estados Unidos y a una hora y pico al norte de Las Vegas, se encuentra un sitio restringido de un poco más de 150 kilómetros cuadrados y perteneciente a la fuerza aérea de aquel país. Ese misterioso lugar, que los pilotos conocen como The Box y tiene la aerotransportación limitada sobre su territorio, es célebremente conocido como el Area 51. Sería uno de los tantos lugares de investigación y desarrollo del ejército más poderoso del mundo, si risueñamente no se lo ligara a un condado en el que hay extraterrestres muertos, presos, caminando por sus bosques o bien andando en bicicleta en los alrededores. Para colmo, existe tanta bibliografía sobre este lugar, que casi no existe una persona que, rondando por el mismo, no haya visto un marciano. Si bien la locura del Quijote era atribuida a las muchas lecturas -cosa repudiable según el propio Cervantes-, los libros sobre el Area 51 causan serios disturbios mentales.
El asunto es que ese territorio se convirtió con el paso del tiempo en un destino obligatorio para los amantes de los desconocido, que -como si se tratara de un parque de diversiones- siempre se van contentos. Casi no hay nadie que no vea un Ovni o cuente haber estado hablando con un alienígena por esos lares. A tal punto llegó el descontrol de la situación, que a alguien, en 1996, se le ocurrió sacar provecho del tema. Fue así como nació la Carretera de los Extraterrestres, en rigor la ruta estatal 375, que se mete en las profundidades del desierto de Nevada a través del Condado de Lincoln. Quienes mejor provecho le han sacado a esta leyenda son los dueños del bar y hotel llamado Little A`Le`Inn, que embolsan dólares a lo loco a pocos kilómetros del Area 51.
Paralelamente te informamos que el multimillonario tecnológico Yuri Milner financió con una ponchada de dólares en cifra de varios ceros, una iniciativa llamada Breakthrough Message, consistente en crear una carta digital para enviarle a los extraterrestres que anden por los aires y con ganas de leer. Como todos querrán ponerse en comunicación con los primos de ALF, el tipo organizó un concurso, mientras los científicos discuten qué formato y mensaje deberán sopesar antes de resolver. Los que queden afuera de la experiencia no deben darse por vencidos así nomás. Pueden empacar sus valijas y emprender un viaje por la Carretera de los Extraterrestres que seguro volverán a sus casas con un contacto de algún tipo. Y en todo caso se habrán tomado un café y comido un hot dog en el boliche del Area 51.
(Publicado en el diario La Razón, de Buenos Aires)