Albert Einstein, el ícono de la sabiduría del siglo XX, padeció sin saberlo desde el mismo momento en que salió del vientre de su madre, Paulina Koch, que al verlo por primera vez dijo horrorizada: "Dios mío: ha salido deforme". Del mismo chico, alumnos y profesores de sus primeros estudios sostenían que era "tarado, un deficiente, una persona sin porvenir". Y ya famoso por su condición de sabio, durante el reinado de Hitler -y siendo Premio Nobel- tuvo que escaparse a Suiza y más tarde a los Estados Unidos. Pero, a diferencia de lo que dicen los dibujos animados de Merry Melodies, "eso no es todo, viejo".
Entre los biógrafos del sabio, los más amables lo describen como un sexópata, infiel y pésimo padre. Por ejemplo se sabe que entregó a su beba Lieseri a un matrimonio serbio; que otro hijo, Eduard, murió loco en Suiza sin que su padre lo visitara jamás; y que el hermano de éste, Hans Albert, lo odiaba con motivos más que suficientes. En el mismo orden de cosas, se sabe que Albert mantuvo un romance con su prima Elsa Lowenthal cuando aún estaba casado con Mileva Maric. Luego contrajo matrimonio con la primera, le fue infiel y, por lo menos, le pegó a su esposa 72 veces certificadas. Es decir que en la actualidad, Einstein iría a la cárcel por violencia de género y pocos abogados se atreverían a defenderlo.
Roger Highfield afirma sin vueltas que Einstein subestimaba a las mujeres, pero que disfrutaba de su compañía. Ya anciano, con menos pólvora en su fusil, se dedicó a entrar en la inmortalidad. Horrorizado con la posibilidad de una guerra atómica no pasó un día sin arengar a favor de la paz y contra el militarismo. Hay una frase que nadie le atribuye y sin embargo es real. Figura en una de sus cartas y dice así: "Que un hombre encuentre placer marchando en formación al compás de una banda, me parece razón suficiente para despreciarlo". Que Einstein era un ser contradictorio ya no hay nadie que lo dude. Y ese misterio está plantado por sus mismos escritos, confesiones y hasta conferencias.
(Publicado en el diario La Razón, de Buenos Aires)
EL SABIO, YA CASADO CON SU PRIMA ELSA, A QUIEN HUMILLABA Y GOLPEABA |