Por Humberto Acciarressi
Con la presentación del martes pasado en Bebop Jazz Club, en el sobresaliente ciclo Sonidos Argentinos, el Dúo Cardozo continuó con la presentación de su disco "Donde empieza la canción", totalmente integrado con temas propios. Los hermanos Pablo y Mauro Cardozo ya llevan dos décadas de transitar escenarios, incluyendo los del Festival Internacional "Guitarras del Mundo", aunque es en el 2003 cuando comenzaron a girar regularmente, llevando sus composiciones con un sonido inocultablemente rioplatense a países como España, Holanda, Francia, Bélgica, Dinamarca, Italia, Polonia, República Checa, Alemania, Suiza y Austria. En ese marco, en el 2009 grabaron el CD instrumental "Guitarra hermana", con temas de Gardel, De Caro, Delfino, Aieta (en clásicos como "Griseta", "Soledad", "Palomita blanca", "Flores negras"), más dos de la cosecha de Mauro Cardozo.
Hasta que finalmente, con "Donde empieza la canción", los Cardozo resolvieron iniciar una nueva etapa artística, más jugada en lo conceptual, con la fusión de la canción bonaerense, el jazz, la música clásica, más las letras que muestran una notoria influencia de Luis Alberto Spinetta, que fluctúa entre la poesía por momentos hermética del Flaco, con texturas y armonías que se pasean en un entramado que le hace permanentes guiños al clasicismo. Versos como "asi el vestigio del pasado naufragio" (de "Milonga de las comarcas"), "una tarde que le dice con el río y la montaña" (de "Canción para Leandro"), "no más tu voz, tu mal enjambre" (de "Calamita", cuya música pertenece a Bárbara Legato), o "que la lluvia regala, cuando río en el día" (de "Ay mamá") lo confirman en las letras, a las que hay que sumarle el sonido de los punteos de las guitarras.
Hay que añadir que el disco sonaría muy seco si no fuera por el piano (por momentos lírico) y el sintetizador de Bárbara Legato, el bombardino y el acordeón de Gustavo Nasuti en un par de temas, más los justos toques de redoblantes, repiques y platillos de Raúl Campana y Gustavo Rocco, a lo que hay que añadir la voz y el piano de Alejandro Corvalán en "Brujo cantor". Precisamente lo que hace de éste un disco realmente interesante es que se nota la trayectoria musical de los Cardozo, y, lo que no es un dato menor, que de las influencias y la conjugación de géneros no hacen una meta, sino un punto de partida en el que despliegan su propio vuelo en esta destacable producción independiente.
(Publicado en el diario La Razón, de Buenos Aires)