Por Humberto Acciarressi
No estás leyendo una noticia que remite a los lejanos tiempos de Galileo Galilei o Giordano Bruno, o a las andanzas siniestras de Torquemada. Contrariamente a los que muchos creen, el Tribunal del Santo Oficio, la tenebrosa Inquisición que mandó a la hoguera a millones de seres humanos, acaba de prohibir un libro escrito por un pastor evangélico argentino -Pablo Manuel Ferrer- y publicado por la editorial católica San Pablo, de nuestro país. Lo interesante es que el libro había sido concebido por la editora para reunir diferentes ópticas de diversas iglesias, y había sido muy bien recibido por los ensayistas no católicos.
Rápidamente el Vaticano se comunicó con la editorial San Pablo, le pegó un reto y le ordenó que quitara de circulación la obra en cuestión. La casa editora, que vive de un público católico, retiró el libro de los comercios, lo borró de los catálogos y suprimió la promoción. Lamentablemente, San Pablo borró con el codo lo que había escrito con la mano.
Asombrado por la naturaleza de esta barbarie cultural que sigue imponiendo la iglesia Católica, Ferrer trató de encontrar un motivo. Incluso, aunque no tiene problemas con tratar esos temas, indicó que no habla de homosexualidad, aborto o anticonceptivos, sino de "la sexualidad como un deseo válido" ¿Será conciente que hace pocos siglos su libro ya habría sido destruido y él ardido en una hoguera al ritmo terrible de los salmos inquisitoriales?
(Publicado en la columna "El click del editor", de La Razón, de Buenos Aires)