Por Humberto Acciarressi
La llaman Mujer X, un nombre bastante impersonal y por cierto poco cariñoso. Especialmente porque podría tratarse de una de las abuelas de la especie humana. Está bien que no puede manifestarse mucho entusiasmo sentimental por un hueso de 40 mil años, del que los científicos señalan enfáticamente que no pertenece a los "sapiens" ni al "neandertal". Es una nueva especie, dicen. Y el panorama evolutivo es cada vez más endiablado de entender, agregan con palabras más técnicas. Pero el amor es más fuerte y, con ojos tiernos, deberíamos mirar ese hueso lejano encontrado en una cueva y decirle: "Abuela, ¿sos vos?".
Han pasado muchos años desde las primeras polémicas entre creacionistas y evolucionistas. Pero la ciencia sigue su curso y, cada tanto, alguien encuentra un hueso y la familia se hace más grande. Hay algo que, sin embargo, puede darnos una sorpresa. Los científicos confiesan que al momento no pueden decir cómo era la criatura. ¿Tendría cuatro dedos como los Simpson?, ¿un sólo ojo como Leela, la chica de Futurama?, ¿babeaba como Alien y se comía crudos a sus amigos?, ¿sabía cocinar?, ¿le gustaba bailar?, ¿llegó del espacio exterior en una nave? Por todos los dioses, ¿era un monstruo la "abue"? La incertidumbre nos mata y ya no están Mulder y Scully para averiguar por nosotros. De cualquier forma, ante la duda, para nosotros es "la abuela". Y jamás permitiremos que un perro agarre ese hueso y salga corriendo.
(Publicado en la "Columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)
La llaman Mujer X, un nombre bastante impersonal y por cierto poco cariñoso. Especialmente porque podría tratarse de una de las abuelas de la especie humana. Está bien que no puede manifestarse mucho entusiasmo sentimental por un hueso de 40 mil años, del que los científicos señalan enfáticamente que no pertenece a los "sapiens" ni al "neandertal". Es una nueva especie, dicen. Y el panorama evolutivo es cada vez más endiablado de entender, agregan con palabras más técnicas. Pero el amor es más fuerte y, con ojos tiernos, deberíamos mirar ese hueso lejano encontrado en una cueva y decirle: "Abuela, ¿sos vos?".
Han pasado muchos años desde las primeras polémicas entre creacionistas y evolucionistas. Pero la ciencia sigue su curso y, cada tanto, alguien encuentra un hueso y la familia se hace más grande. Hay algo que, sin embargo, puede darnos una sorpresa. Los científicos confiesan que al momento no pueden decir cómo era la criatura. ¿Tendría cuatro dedos como los Simpson?, ¿un sólo ojo como Leela, la chica de Futurama?, ¿babeaba como Alien y se comía crudos a sus amigos?, ¿sabía cocinar?, ¿le gustaba bailar?, ¿llegó del espacio exterior en una nave? Por todos los dioses, ¿era un monstruo la "abue"? La incertidumbre nos mata y ya no están Mulder y Scully para averiguar por nosotros. De cualquier forma, ante la duda, para nosotros es "la abuela". Y jamás permitiremos que un perro agarre ese hueso y salga corriendo.
(Publicado en la "Columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)