Por Humberto Acciarressi
Directora desde hace más treinta años, realizadora de ocho largometrajes y un buen número de cortos, editora de la revista teórica postestructuralista Semiotext, artista plástica (algunas de sus obras se exponen en el Whitney Museum de Nueva York), modelo del célebre Robert Mapplethorpe. Talentosa y bella, Kathryn Bigelow ha dirigido a actores de la talla de Harrison Ford, Sean Penn, Juliette Lewis, Liam Neeson y Ralph Fiennes.Y sin embargo, apenas dos años de matrimonio con James Cameron entre 1989 y 1991 (¡hace 20 años!), bastan para que todo el mundo, en la actualidad, siga planteando la final de los premios Oscar como una lucha entre el director de Titanic y "su ex mujer". Si allí no hay un prejuicio, que me digan dónde.
Kathryn Bigelow es considerada por la crítica como una directora diferente. ¿Por qué? Porque sus temas de interés, contrariamente al clishé, se encuadran en la acción, ya sea bélica, futurista, policial o de terror. "Vivir al límite", el film que le valió esta fama, refleja su entusiasmo por el costado épico del militarismo. Su dedicatoria a los "uniformados" y a "los soldados que combaten por nosotros", que asombró a tantos, en realidad tiene mucho que ver con su obra previa. Y para colmo acaba de anunciar que viajará a filmar en la Triple Frontera.
Desde "Cuando cae la noche", pasando por "Punto de quiebra", "Días extraños", "El peso del agua" o "K-19", sus películas han recibido críticas dispares. En ese sentido, lo suyo no es demasiado diferente a lo que ocurre con muchos directores varones. Pero Kathryn Bigelow, que nació en California el 27 de noviembre de 1951 de la unión de un fabricante de pintura y una bibliotecaria, tuvo que bailar siempre con la más fea. Sobresalir en un medio como la dirección en Hollywood no es fácil para una mujer, que parece estar históricamente relegada a los papeles estelares como actrices.
Que Bigelow sea la primera directora en ganar el Oscar en más de ochenta años es un escándalo que elude el sentido común y roza el absurdo. Sólo tres veces había sido nominada una mujer en el rubro Mejor Dirección. La primera, en 1976, Lina Wertmüller con la inolvidable "Pasqualino siete bellezas". Después llegaron las otras dos grandes películas que no obtuvieron el cetro de Hollywood: "La lección de piano" de Jane Campion en 1993 y "Perdidos en Tokio" de Sofia Coppola en el 2003. En una historia de más de ochenta años de premio Oscar, tres golondrinas no hacen verano.
Y en este sentido conviene analizar un estudio de "The Celluloid Ceiling", que indica que de las 250 películas más taquilleras del 2009, las mujeres apenas llegaron al 16% de los directores, productores, guionistas y otros puestos de jerarquía. El Oscar a "Vivir al límite" puede ser -visto en perspectiva- dos cosas: o un mero dato que recordarán en el futuro los historiadores del cine, o una bisagra en la mirada de quienes votan y deciden los nombres de los ganadores. Mientras, como su personaje, Kathryn Bigelow sigue explorando en territorio enemigo.
(Publicado en La Razón, de Buenos Aires)