El nene, con sus veinticinco añitos, ¿te duerme hasta las seis de la tarde? Dejalo. No sería extraño que esté -en la fase profunda de su merecido descanso- creando un tema como Yesterday, descifrando la transmisión química de los impulsos nerviosos o la estructura del anillo de benceno, u ordenando los elementos de la Tabla Periódica. Mendeleiev, McCartney, Kekulé y tantos más, dieron cuenta de esos asuntos mientras apoliyaban como lirones. De hecho, un trabajo acaba de confirmar que la fase REM potencia la creatividad. Los investigadores de la Universidad de California, idearon un test de asociación remota, que consiste en presentar tríadas...
Está bien, no te vayas y seguí leyendo. Vamos directo a la conclusión: si entrás en sueño profundo podés despertarte convertido en Einstein, dar una conferencia sobre el Ultimo Teorema de Fermat, hacer bien el cubo mágico con las manos en la espalda (y el cubo también, obvio), y hasta explicar porque Maradona puso a esos jugadores para el partido con Ecuador (aunque esto es más difícil).
Nada es imposible de resolver en el sueño profundo. El asunto es recordarlo, porque ser un genio sin poder demostrarlo es descorazonador. Y ni siquiera evocarlo, peor todavía. Hay quien asegura que cree haber encontrado la forma de sortear la muerte en medio de un sueño, pero que el timbre del fumigador lo sacó del estado semicomatoso y de la gloria póstuma. Desde ese día ama a las cucarachas.
(Publicado en "La columna del editor" de La Razón, de Buenos Aires)